AMLO, Octavio Paz y la leyenda negra
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Opinión

AMLO, Octavio Paz y la leyenda negra

 


Por Jérôme Blanchet-Gravel

Los últimos meses han estado marcados por el auge del movimiento antirracista en todo el mundo tras la muerte de George Floyd en los Estados Unidos. En México, donde es obvio que los pueblos originarios son víctimas de discriminación, la muerte de Floyd también dio un nuevo impulso al movimiento antirracista.

 

A pesar de su justa causa, parte del movimiento antirracista en marcha va acompañado de un proyecto de revisionismo histórico sin matices. Uno de los objetivos de esta corriente radical e iconoclasta es borrar casi cualquier monumento que recuerde el hecho colonial en las Américas. Éste es un error que debe evitarse a toda costa.

 

Iconoclasia histórica

 

En los Estados Unidos, varias estatuas de Cristóbal Colón fueron dañadas y luego retiradas de sus plintos por los manifestantes. Las estatuas de Cervantes y del misionero franciscano Junípero Serra también han sido vandalizadas en San Francisco, California. Estos acontecimientos indignaron a parte de la comunidad latinoamericana en Estados Unidos, especialmente a la cubana.

 

En los grandes medios y en las universidades en Norte América, está bien visto asociar a los cristianos y particularmente a los católicos con los peores abusos del pasado. Sin embargo, sería ingenuo creer que esta imagen negativa refleja la estricta realidad histórica. La forma de contar la historia siempre está influenciada por las modas ideológicas.

 

Este rechazo de la herida católica y española se fundamenta en una lectura anacrónica: ¿Debemos recordar todavía que no podemos juzgar el pasado con los criterios éticos actuales? También, este rechazo muestra que la leyenda negra está todavía presente en el discurso público, esta vez gracias a la influencia de la izquierda radical estadounidense.

 

Sabemos que la leyenda negra presenta a los españoles y católicos como seres sanguinarios que han cometido masacres, incluso genocidios sobre los que no hay consenso entre los historiadores.

 

En un libro dedicado a este tema, el historiador francés Joseph Pérez observa que España ha sido tratada injustamente en la historia por intelectuales protestantes en particular. Los competidores europeos de la Corona española animaron a sus intelectuales a caricaturizar a España asociándola únicamente con la intolerancia, la Inquisición y el exterminio de los pueblos originarios.

 

Sin embargo, los católicos adoptaron por un enfoque muy diferente al de los colonos británicos durante la colonización. Los colonos españoles cometieron muchos delitos, pero hoy son amplificados y distorsionados por esta leyenda negra cuyo origen se remonta al siglo XVI. En su editorial “Revisionismo histérico” publicado el pasado 21 de septiembre en XL Semanal, la periodista Carmen Posada recuerda que la mitad de los colonos españoles ya estaban casados con mujeres indígenas en la Nueva España a mediados del siglo XVI.

 

La lección de Octavio Paz

 

Octavio Paz también criticó la leyenda negra en su Laberinto. Paz consideraba que, a pesar de los obvios crímenes que se cometieron al nombre del catolicismo, este permitió a los indígenas de reingresar al mundo religioso – el más importante en esta época – cuando habían sido completamente despojados políticamente por la conquista.

 

«Por la fe católica los indios, en situación de orfandad, rotos los lazos con sus antiguas culturas, muertos sus dioses como tanto sus ciudades, encuentran un lugar en el mundo. Esa posibilidad de pertenecer a un orden vivo, así fuese en la base de la pirámide social, les fue despiadamente negada a los nativos por los protestantes de la Nueva Inglaterra. Se olvida con frecuencia que pertenecer a la fe católica significaba encontrar un sitio en el Cosmos. […] Nueva España conoció muchos horrores, por lo menos ignoro el más grave de todos», escribió Paz.

 

En cierta medida, bajo la influencia de la izquierda estadounidense, Andrés Manuel López Obrador decidió en marzo de 2019 jugar la carta de leyenda negra y por la misma razón, la del “sollozo del Hombre blanco” (Pascal Bruckner). Se dirigió a la antigua metrópoli y al Papa Francisco para pedirles que se disculpen por los “abusos” cometidos durante la conquista. El gobierno español se apresuró a responder que esto no sucedería. En cuanto al Papa, le recordó al presidente que ya se había disculpado por las injusticias cometidas.

 

Recientemente, AMLO nuevamente ha vuelto a pedir a Madrid que se disculpe por los mismos abusos. En el contexto del 12 de octubre, también nos enteramos recientemente que el futuro de la estatua de Cristóbal Colón en la Ciudad de México es incierto y, por lo tanto, ha sido removida por el momento.

 

¿Pero, como separar México de Castilla, las Américas del Occidente, la pirámide de la cruz? Algunos activistas antirracistas sueñan con desenredar a los hombres en nombre de una edad de oro pasada. El respeto por los pueblos originarios, la mejora de sus condiciones de vida y la lucha contra el racismo no necesitan esta utopía regresiva. México no es menos español que indígena: no puede retroceder y borrar la mitad de su identidad.

 

 

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Ensayista y periodista canadiense

Twitter: @Jerome_bg