¿Y si de una vez suprimimos las clases sociales?
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Opinión

¿Y si de una vez suprimimos las clases sociales?

 


Después de darse a conocer los documentos elaborados y emitidos por el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y el Presidente del Partido Morena, Alfonso Ramírez Cuellar, los cuales han titulado “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, y “El bienestar social y la lucha contra la desigualdad pueden iniciar los trabajos para el diálogo y el acuerdo nacional”; la idea de convertir a México en un país con características socialista-comunistas, se ha convertido en una muy deseada pero callada tentación para aquellos quienes militan en los partidos políticos que, finalmente en el poder, tienen la posibilidad de transfigurar a nuestro país.

 

Por eso el título de esta columna es: “¿Y si de una vez suprimimos las clases sociales?”. Aún y cuando ésta no es una realidad actual en México, o al menos no aún, imaginémonos que esto es posible y que, de pronto, tenemos que experimentar aquello que ya ha ocurrido en otros países que han optado por estos sistemas políticos.

 

Imaginémonos que de repente y de forma demás sorpresiva, tal como lo hiciera el 22 de diciembre de 1961 el ex primer mandatario cubano Fidel Castro Ruz en la Plaza de la Revolución “José Martí”, el Presidente Mexicano Andrés Manuel López Obrador, aparece en su programa matutino rodeado de su gabinete y declara que, bajo el pretexto de mejorar las condiciones del proletariado y de los más pobres, de ahora en adelante somos la República Socialista de México, se suprimen las clases sociales – por lo que ya no habrá ricos y pobres, sino una única clase: la trabajadora-; y decreta la nacionalización de la industria y de la riqueza de los particulares, todas las empresas pasan a ser del Estado y se concentra, en él, las fuentes de producción.

 

Enseguida, debido a esta declaración, la inversión extranjera se esfuma. Los países que han celebrado tratados de libre comercio con México los denuncian, pues se nacionalizaron empresas de sus connacionales y, además, no les interesa comerciar con un país que retrocedieron económica y socialmente 60 años en el tiempo. Sólo Venezuela, Cuba, China y Corea del Norte nos compran nuestros productos, pero a precio irrisible. El Producto Interno Bruto (PIB) cae abismalmente, aunque no importa, pues ya no lo medimos. Ahora el “bienestar” y la “felicidad” del pueblo socialista mexicano es el índice de desarrollo. La pobreza y necesidades básicas se acrecientan poco a poco en un principio y, después, rápidamente debido a que el Estado ya no obtiene mayores ingresos más que los petroleros.

 

Como en la ex Rusia Comunista, los altos funcionarios de las empresas nacionalizadas pronto son sustituidos por militantes de Morena. No saben ni entienden nada de economía, finanzas y organización empresarial, pero son amigos de las principales figuras de este partido. Los trabajadores, al ser una especie de burócratas, no buscan el crecimiento, productividad y la eficiencia, sino cumplir con las leyes para tener derecho a un salario de $10 dólares mensuales, al fin y al cabo, la educación y la salud universal está garantizada por el Estado. Con esos $10 dólares mensuales, pueden adquirir la canasta básica -la cual, además, escasea debido a que los productos se tienen que adquirir desde el extranjero y son incosteables para el Estado-. A pesar de que se fortalecieron los sindicatos, éstos son liderados por militantes del Partido único. No defienden los derechos laborales, sino únicamente controlan el estado socialista.

 

Por otra parte, los derechos humanos y las libertades son abolidas, como en China y Cuba. La libertad de expresión, manifestación y de agrupación son delito. Atentar en contra de las ideologías socialistas es el mayor delito, por encima de cualquier otro. Por ello, la Cámara de Diputados aprueba la pena de muerte para estos delitos. Entonces, los funcionarios de la Fiscalía General de la República, por órdenes de Andrés Manuel, empiezan a perseguir a la oposición. Es necesario preservar la República Socialista por encima de un estado democrático y de derecho.

 

Debido al contexto político, social y económico, los mexicanos empiezan a emigrar. Eso no le gusta al líder de la República Socialista Andrés Manuel. Por eso, ordena construir muros al norte y sur de nuestras fronteras, para que, tal y como en la Alemania Oriental, a quienes traten de cruzar el muro, sean tachados de malos compatriotas y, enseguida, sean apresados y asesinados por el Estado. Los únicos que pueden salir del país son los altos funcionarios de la República, sus familiares y sus hijos, ya sea para estudiar en escuelas privadas o para atenderse en hospitales de los países capitalistas, todo esto con cargo al Estado.

 

En el aspecto político la República Socialista de México también sufre grandes cambios. Se constituye un único Partido Comunista de Morena, que es la evolución natural de éste. El líder del partido es, además, el Presidente Mexicano. Por lo tanto, López Obrador dirige ambos, lo controla todo. Tanto en el Gobierno como en el Partido, nadie mueve un dedo si no lo autoriza el Presidente. Al prohibir la libertad de asociación, también elimina la creación de cualquier otro partido político. Tal y como sucedió en la URSS, Alemania Oriental, Cuba o China, a la República Socialista Mexicana no le agrada la competencia política, ni la democracia. Las elecciones populares únicamente funcionan para “legitimizar” a quienes propuso el partido para ocupar los “cargos populares”. La democracia estorba y mucho.

 

El líder de la República de pronto advierte que sus seis años en el poder se terminan. Por eso, propone una reforma que, por supuesto, es aprobada sin dilaciones por el Congreso Mexicano: la reelección vitalicia. Gracias a esta reforma, se reelige por dos periodos continuos, es decir, por 12 años más. Al término de su mandato, se postula su hijo mayor, quien ya controla al Partido. La familia López Obrador mantiene el poder y control político de México por 30 años más.

 

Por ahí del 2060, el sistema político socialista mexicano se colapsa debido a la enorme corrupción, desigualdad social y entorno económico de la República, como sucedió con la URSS, China, Cuba, Alemania Oriental, etcétera. Tanto poder concentrado en unos cuantos es perverso, es dañino en la política. Por eso, una nueva generación de ciudadanos mexicanos crea pequeños cambios para transformar al país. En ello se pierden muchas vidas de grandes mexicanos, quienes exigen un cambio de régimen. El socialismo-comunismo implementado por Morena en el 2020 se extingue y México se abre, de nueva cuenta, a un entorno de liberalismo económico. Es injusto, pero mejor que el otro.

 

¿Y si una vez suprimimos las clases sociales y establecemos un régimen socialista-comunista? No gracias. Esta historia ya la experimentaron.

 

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