Simplemente nada
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Opinión

Simplemente nada

 


Según todos los expertos, el mes de abril es crucial para el combate de la crisis sanitaria que vivimos actualmente en México.

Si sumamos el problema personal del confinamiento, bueno, se puede decir que nos encontramos apenas a la mitad de la crisis.

Hablo solo de los problemas de quedarse en casa y que quizá, solo posiblemente, en ello está la clave de nuestro futuro personal y familiar.

Si sobrevivimos de buena manera a esta cuarentena, saldremos mejores personas.

En efecto, en una entrevista que me hizo El Imparcial el Mejor Diario de Oaxaca hace cosa de dos meses -posterior a una intervención quirúrgica- expresé, y así lo siento, que veo diferente a las personas, ahora soy más solidario y más comprensivo a los problemas ajenos.

En ese contexto, mi confinamiento personal lo hago más llevadero, claro, con la radio, la televisión, el celular, la computadora y su correspondiente servicio de internet y por supuesto que además escribo, amén de “ayudar” en las tareas domésticas; por ejemplo entre otras tareas, todos los días tiendo mi cama, pero hablo de mi persona  y es el caso que no solo en nuestro país, sino en el mismo entorno personal, existen personas que no tienen celular y menos computadora. 

Lo que llama a meditar a profundidad en la solidaridad humana, incluso cristiana.

He meditado sobre las diferencias, por ejemplo, entre el Budismo y el Cristianismo, y redescubro lo escrito por teólogos y filósofos a saber: el cristianismo “salva”, el Budismo no. El cristianismo es vertical, el Budismo no.

El más importante legado de Jesús, es la piedad y amor por los demás, incluso a costa de uno mismo. En cambio el Budismo es egoísta y solo busca la perfección personal, el “yo” interno sin preocuparse de los demás; el llegar al Nirvana es según yo pienso, una total y absoluta indiferencia por los demás, la perfección es no sentir angustia, misericordia, piedad. “Ni pasión ni dolor, ni amor ni esperanza, nada, simplemente nada.”

En una palabra, la cuarentena nos sirve tanto para admitir la realidad, como la forma de intervenir en ella, no solo ahora, sino después de la crisis.

Por cierto empiezo, después de cincuenta años, a releer el Corán.

Yo también soy pueblo.

Por allí nos encontraremos.

 

 

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