A las 18:00 horas, hombres y mujeres devotos se concentraron en el contorno del templo de la Sangre de Cristo para formar parte de la Procesión del Silencio, misma que se ausentó durante dos años por la pandemia de Covid-19.
Bajo el llamado del arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera, Pedro Vázquez Villalobos de cuidar la ciudad, de presentar una mejor capital, así como de abrir el corazón para recibir a visitantes, inició esta conmemoración que viste de misticismo y religiosidad a la capital de la entidad.
En el silencio vamos hablando al que dio la vida por nosotros”, conminó el purpurado.
Fue un aproximado de 35 estandartes, 16 imágenes religiosas y decenas de personas quienes formaron parte de esta tradición católica, donde se lleva al Santo Entierro.
Ataviado en una túnica negra, con tela roja en la cintura, el arzobispo encabezó este recorrido que comenzó en el templo de la Preciosa Sangre de Cristo.
La procesión, acompañada de dos tambores, recordó la tristeza por la muerte de Cristo en la cruz y por eso, 9 hombres iban cargando una en el hombro.
Los hombres penitentes con los pies descalzos, encapuchados, cubiertos tan solo con un taparrabo, cargan una cruz muy grande y pesada, todos en riguroso luto.
La Procesión del Silencio es una buena oportunidad para pedir perdón, en el silencio se solicita perdón. Pidamos perdón porque todos hemos fallado, de una u otra forma”, reflexionó el arzobispo antes de iniciar el recorrido y que ese mensaje acompañara este evento religioso.
Cientos de turistas salieron a presenciar el paso de la imagen de Cristo, de quienes forman las cofradías y de estandartes que recorrieron la calle de Macedonio Alcalá, hasta la Cruz de Piedra en la calle de Xolótl.
La calle de García Vigil y avenida Independencia, fueron testigos mudos del paso de este pésame por la crucifixión de Cristo,
En la procesión, fue atractivo para la gente, la vestidura de los marchantes que está conformada por una toga o túnica, una capa, y el llamado capirote o capuchón.
Así fueron caminando para regresar de nuevo a la calle de Alcalá y al templo de Sangre de Cristo.
La Procesión del Silencio es una tradición que existe desde 1986 y ha maravillado a quienes la han podido observar y ser parte de esta conmemoración religiosa.
De acuerdo con datos históricos, tiene 33 años de celebrarse y es una tradición española que llegó a través de la orden de los Carmelitas Descalzos, misma que se arraigó en el corazón de las y los feligreses de la Verde Antequera.
El orden que lleva fue: primero la Cruz de Caravaca y los ciriales que preceden a toda procesión; después los estandartes bordados en plata o en oro, portando relicarios con una antigüedad que los convierte en piezas de museo y que llegan desde los pueblos pertenecientes a la Hermandad del Santísimo Rosario.
Así una a una de las imágenes de la pasión y muerte de Cristo avanzan con lentitud y silencio.
Esta procesión volvió después de dos años de suspenderse por la pandemia y cerró con la imagen del santuario menor de la Soledad, quien ayer recibió el pésame en el templo y entre los estandartes participantes, se encuentra uno de La Soledad que tiene más de 100 años.
