A sus 20 años de edad, Hassám es quizá el único joven con autismo que ha podido continuar con sus estudios y llegar al nivel superior en la entidad, pese a una serie de obstáculos que él y su familia tuvieron que enfrentar desde temprana edad, ante una sociedad que se resiste a la inclusión.
Su madre y su padre lo definen como un joven atento, detallista y amoroso; ejemplo de superación y perseverancia ante un sistema educativo donde hace falta mayor empatía e información.
Hassám tienen síndrome de Asperger y entiende todo de manera diferente a los demás. Desde sus primeros años de vida, su madre Fabiola y su padre Rigoberto supieron que encontrarían caminos oscuros por falta de apoyos de diferentes sectores de la sociedad.
En los primeros años como escolar, Hassám fue objeto de bullying y discriminación no solo por estudiantes sino también por profesores, ante la falta de información que aún persiste ante esta y otros tipos de discapacidad.
En entrevista, su madre y padre recuerdan cómo recorrieron varias escuelas para que su hijo pudiera ingresar a la vida escolar, donde la mayoría de profesores no supo cómo enseñar ni se interesó por aprender.
El joven de 20 años no es antisocial porque no está en contra de la sociedad o de las reglas de comportamiento. Sus padres corrigen en todo momento a quienes lo etiquetan de esta manera y afirman que Hassám es asocial, porque le cuesta relacionarse con los demás.
Ante el constante cambio de profesores a temprana edad, por no encontrar un espacio escolar competente para atender a menores con autismo, el entonces menor de edad entró en una etapa de ansiedad y su constante temor era el rechazo y miedo a no poder continuar en el aula.
La falta de empatía generó en Fabiola y Rigoberto la unión de esfuerzos para crear una asociación que visibilizara el autismo, la cual se mantiene en apoyo a niñas y niños menores de edad que aprenden con una repetición consistente.
Madre y padre saben que Hassám como el resto de niñas, niños y jóvenes con autismo, son pensadores concretos. Esto significa que interpretan el lenguaje literalmente. No entienden los modismos, los refranes, los dobles sentidos, las inferencias, las metáforas, las alusiones ni el sarcasmo.
Se confunden mucho cuando se les dice ´Te vas a morir de frío si no te pones el suéter´, cuando lo que se quiere decir es ´hace frío, vete a poner un suéter´”.
Inicia licenciatura en inglés
Hace poco más de un año, Hassám inició la licenciatura en inglés y en sus ratos libres va al gimnasio. El joven asegura estar contento con este aprendizaje y de manera independiente acude algunos fines de semana al Zócalo de la ciudad, para encontrar algún extranjero que quiera hablar con él y le ayude a perfeccionar el idioma.
Para ello realizó un cartel donde pide a algún turista conversar con él para entender más el inglés o mejorar el pronunciamiento de algunas palabras, porque uno de sus objetivos es vivir solo en Estados Unidos.
Hassám es atento y analiza cada pregunta. Sus respuestas son concretas y señala detalles y fechas en determinado tema que a él le interesa; el joven demuestra que el autismo no define a una persona.
Falta interés e inclusión
En el transcurso de 20 años, Fabiola y Rigoberto lamentan que los gobiernos no realicen campañas sobre este padecimiento, del cual solo se habla en el Día mundial de Concienciación sobre el autismo cada 2 de abril.
Ambos aseguran que no hay apoyos para niñas y niños con autismo, sobre todo para lograr su ingreso a las escuelas de los diferentes niveles educativos, donde pueden convivir si los estudiantes y profesores también se informan y se capacitan para ello.
Durante primaria, secundaria y preparatoria, los padres de Hassám se mostraron decepcionados por la falta de conocimiento y desinterés de las autoridades educativas para que jóvenes con autismo puedan integrarse a la sociedad como lo ha logrado Hassám, con el apoyo de su familia.
Reconocen que hay padres que no aceptan esta condición por diversos tabús y falta de información sobre el autismo. Muchos menores también no logran avanzar en los niveles educativos por las diversas barreras sociales con las que se encuentran.
Recuerdan cuando Hassám presentó el examen de admisión para la licenciatura, por la cual analizó cada pregunta y se llevó más tiempo que el resto de estudiantes, no por falta de conocimiento, sino por la interpretación que debería hacer de las mismas interrogantes.
Para considerar esta diferencia en la comprensión, tanto la madre como el padre de Hassám han realizado constantes pláticas de introducción al autismo a profesores y estudiantes, para lograr la empatía hacia el mismo padecimiento.
El joven de 20 años que tiene dos hermanos, uno mayor y otro menor, asegura que cuando acude a clases se enfoca solo en aprender. Aún no tiene amigos, señala que cuando saluda a veces no le contestan y teme volver al bullying que vivió durante la infancia.
Hassám, un pensador concreto, tiene claros sus objetivos. Desea aprender lo suficiente para dominar la profesión que eligió y pronto emigrar al país vecino para continuar aprendiendo.
“Los hijos de las hadas”, como se llama la asociación que fundaron sus padres desde hace 14 años, con una escuela de 35 alumnos, continuará en funcionamiento a pesar de la edad de Hassám y los alcances logrados, en una constante búsqueda de la inclusión y aprendizaje.
