Coatecas Altas, tierra de niños migrantes
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Coatecas Altas, tierra de niños migrantes

La falta de recursos económicos y la nula educación dejan sin opción a los niños, quienes tienen que migrar para ganar unos pesos, que seguramente, no los sacarán de la pobreza pero los acercarán a sus familias


Coatecas Altas, tierra de niños migrantes | El Imparcial de Oaxaca

¿Qué te gustaría hacer cuando seas grande?

-Lo que me gustaría hacer es ir a visitar a mis tíos y a mis hermanos, a Baja California.

-¿Ahí trabajan?

-Sí, mi hermana la más grande y mi hermano el más grande.

-¿Los conoces?

-Sí, mi hermana ya está casada, tiene a su bebé, nos manda fotos.

-¿Tiene muchos años que no los ves?

-Ya no me acuerdo, sé qué son mis hermanos, pero no sé cómo son, si son buenos, malos, cómo es su carácter.

Las palabras de Jaqueline, estudiante de 11 años de la primaria Cosijoeza de Coatecas Altas, son parte de un relato que se repite en gran parte de los hogares de esta comunidad, donde como en un juego de mesa azarozo la migración toma una pieza, un padre, una madre o hermanos, y los coloca en otra parte del tablero, principalmente en el norte del país, en los estados de Sonora, Sinaloa o Chihuahua, donde pueden conseguir el dinero que es escaso aquí. Para Jaqueline, Coatecas es el lugar más bonito, con sus árboles, el campo, la iglesia, pero muchos de los habitantes, incluidos los niños, deben dejarla para encontrar lo que en esta tierra de Valles no crece.

El porcentaje de pobreza bastaría por sí solo para responder la pregunta ¿por qué hay que salir de aquí? El Coneval registró en 2010 que en este municipio el 91.7 por ciento de los pobladores vivía en pobreza, 63.2 por ciento en la categoría extrema y 28.5 por ciento en la de moderada. Si los pobladores querían mejorar la vivienda de lámina o sin energía eléctrica que construyeron o si querían comer mejor –el 54.9 por ciento de los 4,712 sufren carencia por acceso a la alimentación–, necesitaban viajar y viajar cuando se parte de condiciones de pobreza se llama migrar.

¿Migrar? ¿Quién, quiénes, cuántos? ¿La mamá y el papá? ¿Los papás con los hijos? ¿Todos al mismo tiempo? ¿Primero unos y luego otros? ¿Cómo son las reglas del juego? Save the Children empezó a trabajar en Oaxaca en 2007 para conocer las condiciones en que vivían los niños, principalmente a partir del conflicto magisterial registrado durante más de seis meses; desde 2012, las áreas de trabajo se extendieron y tras un diagnóstico en Valles Centrales, principalmente en Ocotlán, Ejutla y Zimatlán, ubicaron a Coatecas como uno de los principales municipios expulsores de niños migrantes, solos y acompañados.

Dos años más tarde, en 2014 Save the Children tenía ya un diagnóstico que hizo público para colocar en la agenda mediática este tema: “El fenómeno migratorio de niñas, niños y adolescentes no acompañados (NNA) tiene raíces multifactoriales e interrelacionadas, tales como la reunificación familiar, por tradición, debido a desastres naturales, conflictos armados, o mejoras en las condiciones de vida, sin embargo, no se debe dejar de lado que la inequidad, la pobreza y la violencia son actualmente las principales causas que orillan a NNA a salir de sus comunidades de origen”, resaltó en un documento.

Ese mismo año, la organización ya había comenzado su proyecto para la prevención de migración infantil no acompañada, con el que 685 niños de Coatecas y de San Miguel Tilquiápam, Ejutla, participaron en talleres y actividades donde conocieron sus derechos, a la educación, a la alimentación, a tener una familia y también a migrar en condiciones de seguridad.

“No estamos en contra de la migración, sabemos que son decisiones que las personas pueden tomar, pero también sabemos que mientras mejor informados mejores decisiones pueden tomar”, expresa Félix Caballero, coordinador del proyecto de la organización en Coatecas Altas.

Save the Children trabaja en diversos estados atendiendo sus particularidades. En Tijuana, por ejemplo, se apoya a niños que viajan hacia Estados Unidos y a los que son repatriados de ese país; en Sinaloa trabaja en centros de trabajo agrícola regularizados. Puebla, a diferencia de Oaxaca, perfila a la mayoría de sus migrantes para viajar a suelos estadounidense; en el estado.

“los chicos que migran normalmente van a campos agrícolas, a Sinaloa o Sonora”, subraya Félix.

Migración desde la escuela

El trabajo de la organización se ha centrado en las escuelas, las seis primarias que hay en el municipio, la telescecundaria y el bachillerato indígena comunitario. Desde estos lugares se ha trabajado para que la migración sea considerada como un elemento que se puede reflexionar y contar en compañía de maestros y compañeros.

La escuela se ha convertido por acción del gobierno en un lugar desde el que se protegen las políticas públicas asistencialistas. A las familias beneficiarias de Prospera, Sedesol les entrega bimestralmente entre 175 y 300 pesos más por cada estudiante, si tienen una falta les quitan entre 100 y 200 pesos y con tres faltas se les da de baja del padrón de becas.

Para el director de la escuela primaria Cosijoeza, Iván Felipe Sid, el juego de la migración y la pobreza obliga a hacer trampas.
“Si yo reporto una falta les quitan 100 o 200 pesos, tres faltas y los quitan del programa, yo no reporto las faltas simplemente porque es un apoyo para su economía”, explica.

También tiene que hacer trampas para que las ausencias no se conviertan en fantasmas. Cuando a un alumno se lo llevan sus padres para que los acompañe a los campos de pepino, uva o tomate del norte, deja abierto su espacio, así pueden volver en cualquier momento del ciclo escolar.

Aunque su recomendación a los padres de familia que piden la carta de traslado de sus hijos es que los mantengan en el municipio, esta petición pocas veces es escuchada.

“Lo que yo les pido es que no se los lleven, porque ese es mi trabajo, pero luego no se llevan a uno, se llevan a cuatro o cinco, desde el nene hasta el más grandecito, ¿va a ir a trabajar o a cuidar nenes? El hermanito más grande tiene que cuidar al pequeño”.

-¿Qué le dicen a usted?

-Es que no se quieren quedar.

La migración, a veces es también un capricho infantil.

La ausencia de los niños también se agrava también porque la alimentación en la escuela no garantiza la alimentación de los estudiantes. Aunque el IEEPO construyó el comedor escolar, la obra sigue intacta, la cocina, los trastes, los fogones no se usan porque el municipio ha rechazado aportar recursos para comprar alimentos. Lo único que funciona en el comedor es el sistema de purificación de agua que obsequió una asociación civil.

Derecho a la familia

Dibujar, pintar, convivir con nuestros amigos, respetar a los demás y que los demás también nos respeten son algunas de las lecciones que ha aprendido Roberto, de 10 años, con el trabajo de Save the Children. También ha aprendido que tiene derecho a tener una familia digna. Sobre la migración, lo que piensa “es que está bien para mantener a nuestras familias.

Su padre trabaja en San Arturo, Sonora, y sueña con ahorrar para comprar un mototaxi para volver a Coatecas. Cada año, desde hace dos años, trabaja en el corte de pepino, calabacitas y uvas, se va en noviembre y vuelve en junio.

“Está feo porque él trabaja en cuartos fríos, hace frío y cuando sale hace calor, se enferma dice, ya no quiere trabajar en eso porque está enfermo, le duele el pie, eso me ha dicho”.

Lo que yo le digo es que él se venga, que mis hermanos trabajen, cuando crezcamos podamos trabajar para mantener a nuestros padres”.

-¿Tú vives con tu mamá?

-No, con mi abuelita.

-¿Y tu mamá?

-Todos se fueron allá.

-¿También trabaja en la comunidad?

-No, ella prepara la comida, mi hermano no puede trabajar todavía porque tiene 14 años, él cuida a mi hermana la menor.
-¿Tú por qué te quedaste?

-Por la escuela.

-¿Qué quieres ser cuando seas grande?

-Abogado, no sé.

-¿Te gustaría quedarte a vivir en Coatecas?

-¿Y si tu papá te dijera que fueras a trabajar con él?

-Sí lo haría, para trabajar y para mantener a mi familia.

La pizca ya no alcanza

¿Mejoró su vida con el trabajo en el campo?, se le pregunta a doña Emelia, de 34 años. “No tanto”, asegura.

Campo Patricio se llamó el lugar en el que trabajó 12 años, desde los seis hasta los 18. Recogía chile, perejil o tomate en este lugar de Sinaloa porque aquí en Coatecas en 1990 como ahora no había trabajo. Hoy tiene cuatro hijos, de 14, 10, 9 y 3 años y ha decidido mantenerse en este lugar porque sabe que irse al norte significa sacrificarlos. “Cuando uno migra no piensa mucho en los niños, se va uno y regresa y ya no aprenden igual. Allá puede que los dos padres estén trabajando y los niños no saben ni leer ni escribir”.

Su familia es una de las 190 que fueron beneficiadas por la Fundación Wal-Mart por gestión de Save the Children con proyectos integrales que incluyen un huerto de traspatio, sistema de captación de agua de lluvia y una estufa ahorradora de leña.

Doña Eva, de 50 años, madre de Emelia, tiene aún tres hijos que en edad escolar y en ellos la idea de la migración está cada vez menos presente. Mantienen la duda de si con el bachillerato o incluso con una carrera podrán encontrar un buen trabajo en Oaxaca.

Ella fue a trabajar al campo sinaloense en 2017 y ganó hasta 180 pesos por jornada, dinero que, asegura, ya no alcanza, “ganaba 150 pesos, ahora 180, pero y la comida, el agua, para lavarse sí hay, pero ¿para tomar?, compra también uno Maseca, aeite, jabón, todo lo que va a ocupar uno, a la semana va a pagara a la tienda mil pesos, si trabajan dos solo va a quedar el sueldo de uno, y si uno quiere tomar un agua fresca, otra cosa, y ya agarró el dinero de uno, ya no alcanza, solo alcanza si van a trabajar tres o cuatro, por eso ya no fuimos”.

Opciones limitadas

Félix Caballero ha acompañado el proyecto de Save the Children en Coatecas Altas –donde han atendido aproximadamente a 2 mil niños- desde el inicio y ha observado que a pesar de que el trabajo con los estudiantes ha generado cambios importantes, como el que los niños y niñas puedan jugar juntos cualquier deporte, las opciones para un beneficio material son igualmente limitadas. Félix pone como ejemplo el bachillerato al que pueden ingresar casi siempre las familias que tienen más recursos.

“La comunidad tiende a tener pocas opciones, la oferta de trabajo es prácticamente nula, la escolaridad es mínima, cada vez empieza a haber un acercamiento a otras opciones, pero son limitadas, e incluso esas opciones siempre van a ser para quien tenga más recursos en la comunidad, el que ha logrado migrar, principalmente al extranjero”.

Félix subraya que en este municipio la única salida real a la migración es mejorar las condiciones materiales de vida porque mientras no haya empleo niños como Jaqueline o Roberto continuarán andando las rutas hacia el norte. “El hecho de que no quieras migrar no significa que tengas la decisión, las posibilidades al final de cuentas te van coartando, yo posiblemente no quiero migrar de mi comunidad, pero no tengo opción”.


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