El escándalo en torno a Tomás Yarrington Ruvalcaba, exgobernador priista de Tamaulipas, sigue sumando capítulos judiciales. Este 25 de mayo, la Fiscalía General de la República (FGR) obtuvo un segundo auto de formal prisión en su contra. Esta vez, por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita, también conocido como lavado de dinero.
El fallo, dictado por un juez federal, refuerza la red de acusaciones que ya se cierne sobre el exfuncionario. El cual desde abril de este año se encuentra bajo custodia en el penal de máxima seguridad del Altiplano. Tras su deportación desde Estados Unidos.
Una carrera política manchada por el crimen
Tomás Yarrington, gobernador de Tamaulipas entre 1999 y 2004, pasó de ser una figura prominente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a convertirse en símbolo de la infiltración del narco en la política mexicana. Su historial incluye cargos como alcalde de Matamoros y una estrecha cercanía con el poder nacional. Pero su legado político fue eclipsado por acusaciones que lo vinculan con dos de los cárteles más violentos de México: el del Golfo y Los Zetas.
La Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO) sostiene que, durante su mandato, Yarrington utilizó prestanombres para adquirir bienes dentro y fuera del país con dinero proveniente de actividades delictivas. El uso de estos recursos, según las autoridades, no puede explicarse por vías legales ni patrimoniales, sino por su presunta complicidad con el crimen organizado.
Un regreso a México marcado por la justicia
El nuevo auto de formal prisión se suma al ya dictado el 16 de abril de 2025, cuando un juez en Matamoros lo vinculó a proceso por delitos contra la salud. Específicamente, por colaborar en facilitar actividades de narcotráfico. Es decir, no solo lavaba dinero, sino que habría contribuido activamente a permitir el crecimiento de estructuras criminales durante su gestión.
El 9 de abril de este año, Yarrington fue deportado de Estados Unidos, donde había cumplido una sentencia de siete años por conspiración para lavado de dinero. Fue arrestado en Italia en 2017 y extraditado a EE.UU. en 2018. Donde optó por un acuerdo con las autoridades para reducir su condena, admitiendo ciertos delitos financieros.
La sombra de los cárteles: política al servicio del narco
Más allá de los cargos legales, lo que deja al descubierto este caso es el nivel de penetración del narcotráfico en las estructuras de gobierno estatales. Particularmente en zonas sensibles como Tamaulipas. Las autoridades federales han insistido en que Yarrington actuó como facilitador del narco. Al brindarle protección política y permitir el libre flujo de capitales ilícitos a cambio de beneficios personales.
Se le acusa de haber recibido recursos directamente del Cártel del Golfo y de Los Zetas, bandas que durante su administración expandieron su control territorial en el noreste del país. Los recursos que habría recibido, de acuerdo con las investigaciones, fueron utilizados para comprar propiedades, terrenos y negocios en México, Estados Unidos e incluso Europa.
¿Un caso aislado o parte de un patrón?
El proceso de Yarrington es especialmente relevante no solo por su perfil político, sino porque forma parte de una línea de investigación más amplia contra exgobernadores de Tamaulipas. Varios de los cuales también han sido señalados por colusión con el crimen organizado.
El caso reabre el debate sobre la impunidad estructural que rodea a los altos mandos políticos en México. Donde muchos funcionarios gozan de protección durante años, aun cuando hay múltiples alertas sobre sus vínculos con actividades ilegales.
Justicia tardía, pero necesaria
Con dos autos de formal prisión en menos de dos meses, Yarrington enfrenta ahora una posible cadena de sentencias acumuladas que podrían prolongar indefinidamente su encierro. Su caso es un ejemplo paradigmático del narcopoder que ha corroído la política mexicana en las últimas décadas. Además, es un llamado urgente a repensar los mecanismos de fiscalización, control patrimonial y castigo real para los servidores públicos.