Con la participación de poco más de 12 asistentes en días recientes, en su mayoría mujeres, en Magdalena se realizó este primer concurso de tejedoras.
Karen Rubí Barrio, señorita Magdalena 2017, indicó que esta actividad más que un concurso es el sustento de más del 30 por ciento de la comunidad y una de las artesanías con más arraigo en esta zona de la Mixteca.
Dijo que este concurso permite valorar un poco más estás artesanía que es poco valorada y mal pagada en Magdalena y que es uno de los principales ingresos de las familias en este municipio y sus 16 localidades.
Cabe destacar que lleva un par de décadas que la palma se extinguió en Magdalena y gran parte del distrito; sin embargo, hoy la palma es traída desde San Juan Teita, Tataltepec, Yucuañe y la zona caliente de Yosondua.
La palma en su mayoría es hoy tejida por las manos de los adultos quienes aprovechan de cuidar el campo, los animales mientras sus hábiles dedos entretejen cada hoja y dan creación a los sombreros de una o dos piedras, petates, tenates y otras figuras de uso común.
Dentro del concurso de tejedoras de sombrero se levantó con la victoria María Cruz Barrios, con un tiempo de 1 hora con 54 minutos, seguida de María Cruz Cruz, con menos de 13 segundos de diferencia y las dos finalistas originarias de Guadalupe Peñasco.
Por separado las concursantes dijeron que fue interesante este concurso, ya que nunca se había tomado en cuenta a los tejedores de Magdalena y menos para la fiesta.
Dijo que ojalá este tipo de promoción llegue lejos y sean tomados en cuenta para buscar apoyos, mercados y que esta artesanía al borde de la extinción no se pierda.
Agregó que en la actualidad tarda casi dos horas realizar un sombrero; sin embargo, este trabajo tiene un costo entre 5 y 6 pesos alcanzados a tejer más de 3 a 4 sombreros, “de dónde vamos a vivir con esto que se gana y lo que se invierte es muy poco y por lo mismo la gente se desespera”.
Las concursantes afirmaron que otro de los problemas que viven es la introducción de sustitutos de la palma como plástico y derivados que son más baratos, más resistentes y de dolores donde la gente en primer se acopla y vende, sin embargo se pierde la originalidad de esta artesanía.
Finalmente, lo que falta -afirman las artesanas- es apoyo, falta capacitación y esa oportunidad de llevar sus productos a otros lugares y difundir lo que hacen las manos de los artesanos de Magdalena Peñasco.
