En los anexos de la iglesia Catedral, en el corazón de esta ciudad, fue localizado un túnel de alrededor de un metro y medio de profundidad, del cual se exploraron tres metros, y fue reportado al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“Al quedar muy dañadas las oficinas que se ubican en los anexos a la Catedral, se hicieron trabajos de restauración y fue como descubrimos que había un túnel”, explicó el presbítero, José Salvador Estrada Reyes, coordinador de la Diócesis de Huajuapan.
El hallazgo fue justo en el área que tuvo más daños, las oficinas que colindan con el colegio Teresita Martín y los baños que se encuentran cerca de la calle José López Alavés; al túnel se accede desde el cuarto de uno de los sacerdotes.
Ocurrió en el mes de julio del año pasado, cuando se estaban haciendo los trabajos de reconstrucción general, el presbítero recordó que, incluso un tiempo, la calle López Alavés en su momento tuvo que ser reparada porque se hizo un socavón.
“Tiene aproximadamente un metro y medio de profundidad, por seguridad abarcamos solamente como tres metros de distancia, pero ya no seguimos explorándolo, colocamos una malla para que estuviera seguro; lo reportamos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)”, detalló.
Dijo desconocer hacia dónde se dirigía, pero piensa que podría tener una relación con la historia de Remigio Sarabia, también conocido como el “Indio de Nuyoo”.
De acuerdo con la historia, cuando Huajuapan se encontraba sitiado, el Indio de Nuyoo lograría salir, pidió ayuda, y por ello pudieron llegar los refuerzos por lo cual se rompió el sitio el 23 de julio de 1812.
“Algunos lo ilustran (a Remigio Sarabia) vestido con una piel de cerdo, pero si llevaban como 100 días sin comer (de 111 que duró el sitio), si lo descubren, lo más lógico es que lo mataran y se lo comieran, pero es sólo una posible explicación personal”, opinó.
Con respecto a la restauración de los anexos de la Catedral, agradeció al papa Francisco, que envió una cantidad de dinero para la reconstrucción de las oficinas, así como al señor obispo de Texcoco, que también recibió recursos de la Santa Sede, con los que hicieron sus trabajos que, luego de solventar sus gastos, los compartieron para la reconstrucción de Huajuapan.
