Por lo alto de los barandales o en las calles, las representaciones de la muerte han comenzado a asomarse y las tiras de plástico naranja, amarillo y morado penden de las marquesinas de los negocios.
Turistas nacionales y extranjeros o incluso la población local aprovechan para tomarse fotografías bajo ese cielo decorado para la ocasión o se detienen para ver a las calacas y los esténciles de los muros.
Por dentro, algunas figuras catrinas invitan a tomar un café. Las macetas de flor de cempasúchil comienzan a aromatizar el ambiente que, después de varios días de calor, parece más frío de costumbre.

Aunque la conmemoración del Día de Muertos se relaciona más con una práctica tradicional en los hogares y en los camposantos, y para la cual se colocan altares y ofrendas para recibir a los familiares ya fallecidos o se limpian y decoran sus tumbas con las flores de cempasúchil, diversos inmuebles del centro histórico de la ciudad de Oaxaca han comenzado la decoración de sus fachadas a propósito de la fiesta, una que también se ha convertido en atractivo turístico.
El viento de la mañana hace que varios se refieran a esta y su cielo nublado como el “frío de muertos”, en alusión a las fiestas de Día de Muertos, Todo Santos o Fieles Difuntos.
En la calle Macedonio Alcalá, más conocida como andador turístico, las calacas custodian la entrada de negocios, los esténciles a manera de papel picado o de representaciones de la muerte y demonios atraen la atención en alguna galería de arte. Y las tiras de plástico o en forma de papel picado ondean con el viento de la mañana. Es el frío de muertos, se escucha decir a varios.
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