Lo que alguna vez fue promovido como un paso seguro para peatones y deportistas, hoy se convierte en un símbolo del abandono urbano. El Andador del Sol, en la ciudad de Oaxaca, vuelve a caerse, esta vez frente a los campos deportivos de la UABJO, en jurisdicción de Candiani. El derrumbe ocurre a sólo unos días de que iniciaran trabajos de reparación en otro tramo cercano.
El escenario no es nuevo, pero sí más preocupante: tierra suelta, losas fracturadas, estructuras vencidas. Y sobre todo, un silencio oficial que se vuelve insoportable.
AÑOS DE OMISIONES Y OBRA DE DÉBIL CALIDAD
Vecinos y usuarios del andador se preguntan, con razón: ¿qué materiales se usaron? El Andador del Sol parece desmoronarse por partes, como si cada temporada de lluvias revelara un nuevo punto débil. Y cada hundimiento arrastra con él la confianza ciudadana en quienes se suponía que debían cuidar la infraestructura pública.
No hay informes técnicos a la vista, ni explicaciones claras. Sólo parches, reparaciones parciales, y ahora, nuevos derrumbes.
“Esto es como ponerle curitas a una fractura expuesta”, lamentó un ciclista que usa el camino todos los días.
UNA OBRA QUE NUNCA ESTUVO A LA ALTURA
El Andador del Sol fue pensado como un espacio para caminar, correr o simplemente conectar barrios. Pero en la práctica, fue construido sin planeación integral, sin estudios de suelo adecuados y con materiales que hoy muestran su desgaste acelerado.
Expertos en urbanismo han señalado en diversas ocasiones que muchas obras en Oaxaca se desarrollan sin supervisión técnica o sin seguimiento posterior. El resultado es evidente: la infraestructura falla antes de cumplir su ciclo de vida útil.
MÁS ALLÁ DEL CONCRETO, UNA FALLA SISTÉMICA
No se trata solo de concreto roto. Se trata de una cadena de negligencias que se repite en muchos proyectos: contratación sin transparencia, obras mal ejecutadas, mantenimiento inexistente. Y cuando finalmente se actúa, es porque algo ya se cayó.
Los usuarios del andador han exigido una revisión completa del proyecto, auditorías públicas y, sobre todo, un cambio en la forma en que se gestiona la obra pública.
“No queremos que lo arreglen sólo porque se cayó; queremos que lo hagan bien desde el inicio”, reclamó una residente de Candiani.
¿CUÁNTO MÁS AGUANTARÁ?
Con cada fragmento que colapsa, el Andador del Sol deja de ser un espacio funcional para convertirse en una advertencia de lo que ocurre cuando el desarrollo urbano se hace sin visión y sin responsabilidad.
Y mientras no haya respuestas claras, el camino seguirá cediendo… y con él, la paciencia de quienes aún lo recorren.