Oaxaca patrimonio de la humanidad, mancillado
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Oaxaca patrimonio de la humanidad, mancillado

Indolencia oficial, ambulantaje, protesta social, vandalismo, calles destrozadas y contaminación, el cáncer


Oaxaca patrimonio de la humanidad, mancillado | El Imparcial de Oaxaca

A cada paso, sus banquetas y muros de cantera evocan parte de la historia de aquel asentamiento fundado en 1529 en un pequeño valle.

Primero como Antequera y después una villa y ciudad que mantiene sus raíces originarias a la par que su aspecto colonial y contemporáneo.

Su pasado colonial, esencial para que su centro histórico se considerara patrimonio mundial
no es ajeno al paso del tiempo, de los fenómenos naturales o de la acción humana, que no siempre se ciñe a la normativa.

Junto con la zona arqueológica de Monte Albán, el centro histórico de la ciudad de Oaxaca fue inscrito como patrimonio mundial de la humanidad el 11 de diciembre de 1987.

Pero a 34 años de la declaratoria, el deterioro de su corazón es evidente en inmuebles catalogados (con algún valor histórico o artístico), o en aquellos con los que colindan estos bienes en un área de 5 mil kilómetros cuadrados y 247 cuadras, según el expediente de la UNESCO.

Cerca de 400 construcciones de la zona de monumentos muestran daños y algún nivel de riesgo de que colapsen sus muros o techos, ya sea por los sismos, las lluvias, la falta de mantenimiento o intervenciones inadecuadas.  Estas últimas agudizan este problema en un área cuya arquitectura y edificios fueron claves para tal reconocimiento, y en la que se han catalogado unos 1, 200 monumentos históricos.

La pandemia de Covid-19 puso freno a la labor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 2020, pues las suspensiones debieron esperar hasta junio para empezar a aplicarse.

Y estas se han debido principalmente a violaciones a los artículos 42, 43 y 44 de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, artísticos e históricos, y al 42 y 46 de su reglamento,
por realizar obras sin autorización del INAH.

Datos de la delegación estatal refieren que en 2018 se suspendieron 22 obras por violación a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su reglamento,
mientras que en 2019 fueron 27; en 2020, se aplicaron 22, mientras que en la primera mitad de 2021 se habían registrado 13.

En tanto, a nivel municipal estas cifras rebasaron considerablemente a las del INAH. Tan solo en 2020 el número de suspensiones por parte de la subdirección de Centro Histórico alcanzaron las
83, más de que en 2019 y 2018. Para la primera mitad de 2021, eran ya 22.

Pero tras la suspensión, y al no regularizar la obra, vinieron las clausuras, que para 2020 alcanzaron las 39 y superaron las de los dos años previos. De enero a junio de este año, se contaron seis clausuras de obras. Inseguridad, proliferación de bares Para él, las modas atentan contra la arquitectura de la ciudad, incluida la colonial, mediante “terrazas voladas, con elementos concreto-aparente, con aplanados sintéticos”, pero que al final son eso: “modas que envejecen” y que después “nadie va a querer”. Desde su óptica, el centro histórico se está volviendo inseguro y un “lugar de bares y menos de habitar”.

“Yo observo deterioro, una falta de respeto como profesionistas que somos y oficiosos del rescate del patrimonio y su salvaguarda”, dice el arquitecto, quien llama reconsiderar el centro histórico no solo como “el casco viejo” sino “una zona integral con la zona arqueológica de Monte Albán”. También, a “sumarse y hacer bien las cosas para futuro”.

El problema ambiental En una ciudad con alrededor de 270 mil habitantes y aunque catalogada
como una de las mejores para visitar, su centro histórico ha sido crisol de la crisis medio ambiental y de servicios municipales.

En múltiples ocasiones ha dejado ver la falta de cultura cívica y las fallas en la recolección de basura por la carencia de combustible, incumplimiento de la autoridad con el contrato
colectivo de trabajo del Sindicato Independiente 3 de Marzo o por la insuficiencia de unidades.

A la vista de turistas y locales, los desechos se acumulan en el zócalo, la Alameda de León y calles aledañas. El carácter comercial del centro histórico ha propiciado una recolección diaria de 50 toneladas de basura, según reportes municipales. En los primeros meses de la pandemia de
Covid-19, el cierre de establecimientos comerciales redujo a la mitad esta cifra, aunque paulatinamente se recuperó con la reactivación económica.

Modas modifican la  arquitectura colonial Para la UNESCO, Oaxaca de Juárez es “un ejemplo
de ciudad colonial del siglo XVI y de urbanismo”, pues “conserva su huella en forma de tablero de ajedrez con bloques cuadrados y portales en los cuatro lados de la plaza”, al igual que construcciones del siglo XIX. Monumentos religiosos, casas patrias y calles enteras “bordeadas
de otras viviendas” destacan en el expediente donde el organismo se refiere a un
“aspecto monumental” que “se ha mantenido intacto”. Aunque la realidad parece
ser otra. Los innumerables sellos de suspensiones de obra o clausuras de ellas dejan ver que, a pesar de las leyes o reglamentos, la imagen de una urbe colonial se está perdiendo. En su centro
histórico, las remodelaciones avanzan a pesar del llamado de atención del INAH y en varias de las
ocasiones incluso contra la clausura por parte del ayuntamiento.

Aunque esto último llegue ya avanzada la  obra y tras haberse perdido parte del patrimonio.
“No hay ninguna autoridad que haya demolido las alteraciones o hecho efectivas
las cancelaciones”, explica Esteban San Juan Maldonado, cofundador de la red de Seminarios Internacionales sobre la Rehabilitación de Centros Históricos de América Latina y el Caribe (SIRCHAL).

Quien fue el responsable de la remodelación del teatro Macedonio Alcalá, tras el sismo de 1999, considera que la declaratoria conjunta de patrimonio mundial no se ha respetado tanto por profesionistas del urbanismo y la arquitectura como por los propietarios de inmuebles y las
autoridades.

“Los primeros actores  somos los arquitectos, avalados por los propietarios. Pero si no tenemos una educación sobre patrimonio y respeto a una integración conjunta con la periferia,
va a pasos agigantados el deterioro”, apunta San Juan Maldonado.