Decenas de vehículos avanzan a vuelta de rueda en medio de toneladas de basura que se mantienen a un costado del mercado de madera, cerca de las Riberas del Río Atoyac.
Los automovilistas que pasan por el lugar tienen que subir los vidrios para evitar el fuerte olor que se percibe metros antes de pasar junto a los montones de basura, en el lugar algunos perros ya comen parte de los desechos.
El caos se intensifica con la presencia de vendedores de tomate, que acuden con varios camiones y buscan espacios para estacionarse.
Algunas mujeres pasan de prisa por el lugar con los niños en brazos, mientras otras le tapan la nariz a los niños que gritan “¡huele a podrido!”.
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Los tomateros y cargadores de bultos y cajas de tomate también pasan de prisa junto a los montículos de basura, en el lugar también se percibe un olor a animal muerto.
Los vendedores de madera se ríen de los conductores que bajan y suben los vidrios para tratar de evitar el olor.
¡Algo se mueve en esa bolsa mamá!, grita un niño que va sentado en la batea de una camioneta, mientras la madre intenta observar lo que le señala el hijo con tanta insistencia.
La basura acumulada ya desprende líquidos de todos colores y en algunas bolsas negras se observan algunos roedores.
El olor es penetrante. Algunos hombres en situación de calle pasan por el lugar y buscan algo que sirva entre la basura, sin mostrar algún gesto de desagrado o molestia por el repugnante olor.
