Demanda de productos promocionales a la baja debido a la pandemia

Hace 12 años que Alma Verónica Bornios Clavel se dedica al negocio de los bordados y serigrafía de artículos promocionales, los que sus clientes le piden para regalar a fin de año, en alguna mayordomía, bautizo, fiesta de 15 años o bodas. Desde 2008, había conseguido prosperar y tener hasta cuatro empleados, con quienes se alistaba para el mejor mes del año en ventas: diciembre.

Provenientes de la capital oaxaqueña o de otras partes del estado, sus clientes representaban una alta demanda de productos promocionales para sus negocios o de una especie de recuerdo de las celebraciones familiares y religiosas. Pero hace nueve meses que esa prosperidad frenó.

La epidemia de coronavirus no solo ha debilitado la salud de la ciudad, también de negocios como el de Alma, que como varios tuvo que cerrar más de cuatro meses y ver cómo mermaban sus ganancias y ahorros. La renta y los servicios seguían su cursos y había que pagarlos, cuenta quien de cuatro empleados pasó a tener solo dos.

Para su fortuna o desgracia, dice Alma, el haber pagado a tiempo su licencia de continuidad de operaciones la excluyó de cualquier descuento ofrecido por la autoridad municipal.

“Fui puntual. Antes de la fecha en que nos cerraron ya tenía mi pago hecho”, explica desde su local cercano a las oficinas municipales. En compañía de sus trabajadores, la empresaria está al tanto de los pedidos logrados para este mes, que comparado con otros tiempos apenas llegan a un 40 por ciento.

Las bolsas de mandado, vasos, playeras y calendarios no fueron tan solicitadas ahora. “Por esta situación (la Covid-19) bajó muchísimo (la demanda de productos promocionales) porque ya no hay peregrinaciones, no hay bodas ni bautizos”, cuenta Alma, quien contrario a ello percibió un aumento en el precio de los insumos, y pese a lo cual trató de mantener precios bajos para sus clientes.

“La ganancia es un poco menos, pero de algo a nada…”

Aunque las celebraciones se mantengan o retomen, son de una manera distinta, reconoce Bornios, para quien el último mes del año representaba una gran oportunidad. “Es (diciembre) cuando se vende mucho más por los calendarios, todo mundo quiere dar bolsas, aumentan las ceremonias religiosas”.

Sin embargo, ahora el volumen de pedidos bajó considerablemente. Quienes le encargaron bolsas o calendarios pidieron menos piezas, solo para los clientes más frecuentes. “Si antes me pedían 200 calendarios, ahora fueron 100 o 50, por la misma situación de que ellos tuvieron cerrados sus negocios algunos meses”.