Venta de buñuelos en Oaxaca se ve afectada por Covid-19
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Venta de buñuelos en Oaxaca se ve afectada por Covid-19

La tradición de romper el plato para pedir un deseo ha tenido que esperar más días en este año


Venta de buñuelos en Oaxaca se ve afectada por Covid-19 | El Imparcial de Oaxaca

Adolfina Vasconcelos Hernández es una oaxaqueña que por siete décadas ha elaborado buñuelos, uno de los dulces tradicionales de Oaxaca y del país que se acostumbran en temporadas como la navideña. 

A raíz de la emergencia sanitaria, la elaboración y venta de este y otros dulces típicos ha mermado, aunque personas como Adolfina y su familia tratan de mantener el oficio que ejercieron su abuela y madre. Adolfina aprendió a hacer buñuelos con su mamá, quien se quedó viuda y recurrió a este trabajo para mantener a seis hijos.

“Desde los 10 años ya me ponía a vender con mi mamá en la Alameda”, recuerda Adolfina, de ahora 81 años y la mayor de sus hermanos. En aquellos años, dice, la catedral metropolitana estaba protegida por rejas. “Éramos 17 puestos en la orilla de catedral”, todos de familia, prosigue quien junto con sus compañeros fue reubicada en torno al recinto y luego en el Jardín Morelos.

Ahora, y al igual que la disminución de ventas vividas con la reubicación, Adolfina y sus dulces experimentan una nueva crisis, la dejada por la Covid-19. Sin fiestas de Guelaguetza ni las religiosas de diciembre, sobrevivir y mantener la tradición se ha vuelto cada vez más difícil, reconoce. 

Fue hasta este martes cuando ella y la joven que la ayuda lograron colocarse en torno a la iglesia de San Agustín, a pocas cuadras del zócalo y de la Alameda de León. Sin embargo, en otros años la venta iniciaba desde el 10 de diciembre, en el marco de la celebración a la Virgen de Guadalupe. 

“No nos querían dejar trabajar y estábamos tristes”, cuenta la adulta mayor al recordar que la serie de restricciones les impedía instalarse, al igual que sucedió en Semana Santa, las fiestas de Guelaguetza o en el 15 de septiembre. “Tres temporadas no nos dejaron trabajar”.

Finalmente, este diciembre, la última temporada del año para impulsar la venta de sus dulces y buñuelos, Adolfina consiguió instalarse. Este miércoles ya tenía listos algunos buñuelos en su puesto y otros dulces regionales como las cocadas. Los platos de barro también esperaban su turno, para ser consumidos o quebrados, tras las protecciones y solo estaba a la espera de la llegada de ollas e insumos para retomar la preparación de los buñuelos.

Cada año, en fechas como las actuales se acostumbra consumir buñuelos y romper el plato en el que fueron servidos. “La tradición es que se quiebre un plato y se pida un deseo”, detalla Vasconcelos, quien ha dispuesto de un sitio y adorno para que siga esta tradición, la que existía incluso antes de su nacimiento, pues ya era practicada en tiempos de sus abuelos.