En un nuevo giro del prolongado conflicto legal y comercial en torno a la política arancelaria del expresidente Donald Trump, el Tribunal de Apelaciones del Circuito Federal de Estados Unidos suspendió temporalmente el fallo que bloqueaba buena parte de los aranceles impuestos a importaciones de múltiples países. La medida, anunciada el jueves mediante una escueta orden judicial, da un respiro al gobierno mientras se analiza una posible suspensión más duradera.
La batalla legal: poder presidencial vs. límites institucionales
El fallo original fue emitido por un panel de tres jueces del Tribunal de Comercio Internacional el miércoles 28 de mayo. La corte determinó que el expresidente Trump se excedió en sus atribuciones al imponer aranceles amparado en la Ley de Poderes Económicos en Emergencias Internacionales de 1977 (IEEPA). Según el tribunal, el Congreso no confiere al presidente una autoridad ilimitada para dirigir la política comercial bajo esa legislación.
Esta decisión representó un golpe significativo a uno de los pilares de la política económica trumpista, que desde 2018 utilizó medidas arancelarias como herramienta central en su estrategia de “America First”, desatando una serie de tensiones diplomáticas y afectando el comercio global.
El argumento del gobierno: política exterior en riesgo
Horas antes de la suspensión temporal dictada por el Circuito Federal, el Departamento de Justicia había advertido que la decisión del Tribunal de Comercio Internacional interfería con la autoridad exclusiva del presidente en asuntos exteriores y comprometía la capacidad diplomática del Ejecutivo. En su apelación, el gobierno argumentó que mantener el fallo supondría un perjuicio inmediato para las negociaciones internacionales en curso.
Como medida paralela, también solicitó al propio Tribunal de Comercio Internacional que congele su resolución mientras se tramita la apelación, una maniobra legal doble que refleja la urgencia del Ejecutivo por mantener intactas sus herramientas de negociación.
Impacto económico y reacción de la Casa Blanca
El contexto económico añade presión al caso: la economía estadounidense se contrajo un 0.2% en el primer trimestre del año, un retroceso atribuido en parte a los efectos acumulados de la guerra comercial impulsada por Trump. Las medidas arancelarias, aunque justificadas por el gobierno como mecanismos de protección a la industria nacional, provocaron reacciones adversas en los mercados y tensiones con aliados comerciales.
La Casa Blanca no tardó en reaccionar al bloqueo inicial de los aranceles, acusando a los jueces del Tribunal de Comercio Internacional de haber “abusado descaradamente” de su autoridad y obstaculizado una política esencial para la seguridad económica y diplomática del país.
Próximos pasos: calendario legal en marcha
El Tribunal de Apelaciones del Circuito Federal no especificó la duración de la suspensión temporal, pero estableció un cronograma de informes que se extiende hasta el 9 de junio. Este plazo será clave para definir si el fallo del Tribunal de Comercio Internacional queda congelado durante toda la apelación, un proceso que podría reconfigurar el alcance del poder presidencial en materia comercial.
Mientras tanto, la batalla legal sigue siendo un reflejo de la tensión latente entre los poderes del Estado, la política exterior estadounidense y las consecuencias reales de las decisiones económicas unilaterales.
Finalmente, el caso pone en el centro del debate la expansión del poder presidencial y sus límites legales. Más allá de la legalidad técnica de los aranceles, lo que está en juego es el equilibrio institucional y la capacidad de control del Congreso sobre medidas con alto impacto global. Esta disputa no solo define el alcance del legado económico de Trump, sino que podría sentar un precedente duradero sobre cómo se gobierna el comercio internacional desde la Casa Blanca.
Con información EFE