Este jueves 22 de agosto, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ha dado un paso crucial al certificar oficialmente el triunfo del presidente Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales celebradas el pasado 28 de julio. Según Caryslia Rodríguez, presidenta del tribunal, la certificación se llevó a cabo tras un exhaustivo peritaje de los resultados, el cual se realizó a petición del propio Maduro.
Rodríguez informó que los magistrados de la Sala Electoral de Venezuela confirmaron los resultados de manera “irrestricta e inequívoca”, respaldando los boletines emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE). “Podemos concluir que los boletines emitidos por el Consejo Nacional Electoral están plenamente respaldados por las actas de escrutinio generadas por cada una de las máquinas de votación”, declaró Rodríguez en rueda de prensa.
Sin embargo, esta certificación no ha estado exenta de críticas. Observadores nacionales e internacionales han cuestionado la imparcialidad y autonomía del Tribunal Supremo de Justicia, subrayando la falta de transparencia en el proceso. Estas dudas han intensificado el debate sobre la legitimidad del proceso electoral en Venezuela, donde el oficialismo ha mantenido el control durante más de dos décadas.
La sentencia emitida por el Tribunal, que concluye el recurso contencioso electoral, es inapelable y de “obligatorio acatamiento”, según Rodríguez. No obstante, la oposición, representada por la Plataforma Unitaria, ha insistido en que su candidato, Edmundo González, obtuvo más votos que Maduro, basándose en actas que han hecho públicas.
A nivel internacional, líderes como Gustavo Petro de Colombia y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, ambos aliados de Maduro, han instado a la publicación detallada de los resultados electorales como una forma de mitigar la crisis postelectoral. A pesar de esto, el CNE, dominado por el oficialismo, aún no ha divulgado las actas de escrutinio, lo que alimenta aún más las sospechas y tensiones en el país.
Según las cifras oficiales del CNE, Maduro habría obtenido 6.4 millones de votos frente a los 5.3 millones de González. Sin embargo, la oposición asegura tener registros de más del 80% de las máquinas de votación, los cuales, según afirman, muestran la victoria de González.
¿Qué significa esto para Venezuela?
Con un país dividido y una comunidad internacional que observa con atención, el futuro de la nación sudamericana se presenta incierto, mientras las dudas sobre la legitimidad del proceso electoral persisten. ¿Logrará el gobierno de Maduro sortear esta nueva ola de críticas, o la presión internacional y la resistencia interna pondrán en jaque su continuidad?
