Hay padres que son como superhéroes, capaces de proezas físicas como llevarte a la cama sin alterar tu sueño o espantar a los terribles fantasmas de las pesadillas con un vaso de leche caliente. ¿Y las lágrimas? Dejan de brotar con uno de sus achuchones mágicos. También salen airosos de duras batallas, aquellas que deben lidiar con la cabellera indomable de una niña pequeña, pero cuya hazaña les permite luego enseñar un par de trucos a cualquier peluquero de renombre.
Otro poder que casi se me olvida: el mundo se detiene cuando te alzan entre sus brazos. No todos los héroes llevan capa.