Kevin es un joven científico oaxaqueño, pero además nadador de aguas abiertas y competidor de triatlones. Su vida es el mar, y fue tras de él. Su padre es un profesor, y a él le debe y le agradece lo que es en la actualidad.
Nació en la ciudad de Oaxaca, tiene 30 años y aquí realizó todos sus estudios básicos, en escuelas como la Mújica, la Técnica No. 6 y el Cobao del Tule, del que recuerda una anécdota que le dolió mucho en su momento, pero que ahora toma con filosofía. Dentro de esa institución quiso orientarse al campo de la salud y la higiene comunitaria: lo mandaron a contabilidad, para la que no tenía ni gusto ni muchas aptitudes.
Es un joven muy seguro de sí mismo y apegado a su familia, en la que recibió una educación que él considera privilegiada, no por haber tenido todo lo que pidiera, sino porque lo educaron con amor al estudio y le enseñaron el valor de la disciplina. El mismo se describe como una persona con mucha constancia, curiosidad y más que listo es persistente y, a veces, hasta el grado de la necedad.
Desde pequeño supo que le gustaban las ciencias, sobre todo lo relacionado con el mar. Tenía libros, buscaba documentales y disfrutaba las vacaciones que tenía cuando su papá lo llevaba a las playas oaxaqueñas.
Le hubiera gustado ir a estudiar al IPN, pero sus circunstancias eran limitadas, por lo que encontró en la Universidad del Mar, UMAR, la mejor opción para alcanzar sus objetivos. Tuvo que mudarse a Puerto Ángel y, aunque le costó trabajo alejarse de la familia, ahora no quiere dejar Huatulco.
En la UMAR estudió su licenciatura en Biología Marina y ahí mismo cursó su maestría en Ciencias con énfasis en Ecología Marina. Durante el curso de su maestría pudo contar con el apoyo de una beca del Conacyt.
Su doctorado en Ecología Marina lo acaba de terminar y fue un desafío más difícil que cualquiera de los triatlones que ha corrido, no tanto por el difícil compromiso académico que debe asumir un doctorante, sino por dos cosas totalmente ajenas: por un lado, inició la pandemia y, por el otro, dado el enfoque social que quería hacer durante sus estudios y que como tal no estaban totalmente contemplados por la universidad. Fue muy trabajoso lograr que se aceptara su propuesta de investigación tal como a él le interesaba.
Y aquí está lo llamativo de sus estudios de doctorado, porque por un camino tomó la biología para estudiar la vida de nuestros mares y, por el otro, involucró la parte social al interesarse por el impacto de la pesca artesanal en las comunidades de pescadores. Una combinación de Biología con Antropología.
Esta visión la trajo de la tercera de las tres estancias académicas que ha tenido. Una en Yucatán, otra en Mazunte y, la tercera, en la Universidad de Portsmouth, Inglaterra, en donde se nutrió de ideas de vanguardia de científicos pesqueros que estudian las causas que pueden generar pobreza en las personas que se dedican a la pesca, así como las posibles soluciones.
Desde licenciatura su línea de trabajo ha sido el estudio de los recursos marinos y costeros, enfocado en tres cosas: los procesos sociales y ambientales que permiten el aprovechamiento por parte de los pescadores artesanales de la Costa oaxaqueña; la percepción que los pescadores tienen respecto al aprovechamiento de los recursos y el ambiente, y por último, identificar los obstáculos, ya sean de carácter social, ambiental o de política pública ambiental, que potencialmente podrían afectar a los pescadores artesanales en el desarrollo de su actividad económica.
La pesca artesanal no es un tema menor porque es la subsistencia para miles de familias de pescadores ribereños que son los que sufren en primera línea la depredación de los recursos marinos, ya sea por la pesca indiscriminada a nivel industrial o la contaminación de las actividades humanas. La pequeña actividad económica que realizan es demasiado importante para la región y la salud ambiental de los ecosistemas costeros. Además, los propios pescadores son un reservorio de conocimientos que muchos investigadores desprecian.
El fenómeno de la pesca artesanal es interesante por las relaciones entre los mismos pescadores, entre cooperativas, con los empresarios y con el medio ambiente. Esto es la visión social. Pero, además, él busca datos duros cuantificables como son fotos satelitales, la estadística de eventos climáticos, temperatura, salinidad, pH y muchos otros datos que le proporciona la biología y otras ciencias. Con ella el trabajo que él realiza se considera de frontera porque abarca lo natural y lo social y, desde su perspectiva, esto ayuda a diseñar mejores estrategias para el cuidado, manejo y explotación de nuestros recursos naturales.
Reconoce, Kevin, la gran ayuda de sus profesores, a quienes está profundamente agradecido y a la institución que lo ayudó a crecer profesionalmente.
Tiene dos cosas en claro: desea que su trabajo sea tomado en cuenta por las instituciones que diseñan las políticas públicas, como munícipes, legisladores y el ejecutivo, para manejar mejor los recursos que la naturaleza nos dio y no sólo los usen para tramitar apoyos ante instancias de gobierno. Actualmente, el doctor Kevin Daniel Gómez Escudero realiza otra de sus pasiones: dar clases y compartir algo de sus amplios conocimientos.
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Néstor Yuri // Javier Flores
