María Araceli Aragón Sandoval ha pasado casi la mitad de su vida bailando danzón. Tenía 35 años cuando un problema en una de sus rodillas la llevó a una terapia. Aquella recomendación del personal de salud del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no sólo le ha ayudado para mantener su salud física sino la emocional.
Ahí (en la terapia) empecé a bailar danzón, cuando todavía el danzón era lírico, no había técnica”, rememora Araceli mientras se toma un descanso en la Plaza de la Constitución, comúnmente conocida como zócalo de la ciudad de Oaxaca.
Como ella, un grupo de personas adultas y de la tercera edad han encontrado en este rito y baile de origen cubano la mejor ocupación. Una manera de encontrar viejas amistades, pero también para sobreponerse a la pérdida de quienes no volvieron tras la pandemia.
A sus 67 años de edad, la oaxaqueña sigue practicando este baile, pero junto a varias amistades encontradas o creadas en las últimas dos décadas en el corazón de la ciudad capital.
Fue entre 1999 y el año 2000 cuando el periodista Luis Santiago logró que parte de la Plaza de la Constitución, conocida comúnmente como zócalo, se convirtiera en el escenario perfecto para el danzón. Y así pasó de ser un baile de salón a uno popular para capitalinos y visitantes; en una costumbre que, con una pausa de dos años, ha resistido a la pandemia de Covid-19.
Empezamos a venir aquí los miércoles”, cuenta Araceli sobre los inicios del programa. “Para mí fue una experiencia maravillosa porque aparte de que me alivió de mi rodilla empecé a amar el danzón. Es mi vida, mi bienestar y mi salud”.

Las interpretaciones en vivo con la Marimba del Estado, la Banda de Música de la Secretaría de Seguridad Pública y otras agrupaciones dieron ritmo a los nacientes Miércoles de Danzón en el cambio de siglo. El programa, sin embargo, llevaba ya una década de antecedentes, con encuentros y festivales a los que acudían danzoneros de la Ciudad de México.
Con técnica o sin ella, ataviadas para la ocasión o no, luego de haber ensayado, decenas de parejas bailan en esta plaza pública desde hace 22 años. A veces, con el acompañamiento de la Orquesta Díaz de San Lorenzo Cacaotepec, la Orquesta Primavera, la Danzonera Verde Antequera e incontables agrupaciones del estado.
Escoger el vestuario, la joyería, las flores que colocarán en sus cabellos, los zapatos y el traje son parte de la preparación que por varios años han repetido cada semana las y los danzoneros asiduos del programa. Y a quienes se suman aquellas personas que tras ser espectadoras se animan a bailar temas emblemáticos del género y creados para él, pero también los arreglos que de piezas de música clásica se han hecho para estos encuentros.
Tras la muerte de Luis Santiago, en enero de 2008, los Miércoles de Danzón iniciaron una nueva etapa con la hija del fundador, Lizette Pilar Santiago. Cada semana ella conduce un programa que ha llegado a la televisión estatal y continuado a manera de festivales.
Por la pandemia de Covid-19, los Miércoles de Danzón tuvieron que tomar una pausa. Y fue hasta abril de este año cuando el encuentro habitual en el zócalo se retomó. René Leobo Cruz llevaba en 2020 poco tiempo de haberse integrado al programa; de espectador pasó a ser bailarín. El danzón es para él el único baile que ha practicado, y junto a su esposa.

“El encierro fue el acabose”
Al no poder salir de su casa, como medida de prevención ante la pandemia, Araceli ponía música y bailaba sola en su hogar. Tiempo después, ya con la reanudación de las actividades, retomó sus presentaciones, pero junto con un grupo independiente con el que fue a encuentros en Puebla y Veracruz.
Para nosotros el encierro fue casi el acabose y la muerte porque era una angustia de no moverse. Nosotros, los adultos mayores, necesitamos aparte de la terapia de amistad, poder mover el cuerpo. Las reuniones con los amigos nos ayudan mucho”, explica Aragón Sandoval.
Pero ahora, debido a la caída del emblemático laurel que lo cobijaba hizo que los Miércoles de Danzón se recorrieran hacia el otro extremo de la plaza, frente al hotel Marqués del Valle.
Este no es el único cambio reciente que ha tenido el programa. La pandemia provocó la muerte de algunos danzoneros, dice Araceli, quien junto a Luis Santiago es una de las pioneras del programa.
Hubo varios contagios y muchos de sus compañeros murieron de Covid. El 31 de mayo, quien era pareja de baile de Araceli, José, cumplió un año de haber perdido la vida por el coronavirus. “Con él tenía unos seis o siete años (bailando). Fuimos de nuestra niñez y aquí en el danzón lo volví a encontrar”.