El amanteca Eliseo Ramírez, historia viva del arte plumario
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Arte y Cultura

El amanteca Eliseo Ramírez, historia viva del arte plumario

Con 89 años de edad, ha dedicado los últimos 30 a la creación de obras con el plumaje de aves


Foto: Rubén Morales // El amanteca conserva más de 50 de alrededor de 120 obras creadas con las plumas de aves.
Foto: Rubén Morales // El amanteca conserva más de 50 de alrededor de 120 obras creadas con las plumas de aves.

Fue aproximadamente a los 11 años de edad cuando Eliseo Ramírez Guzmán (Tlaxiaco, 1944) conoció y quiso aprender del arte plumario, motivado por un libro que de Antonio Caso le regaló su padre y un separador con la figura de un ave que alguien más le obsequió, pero no fue sino hasta sus casi 60, a punto de jubilarse como empleado de laboratorios farmacéuticos, cuando encontró la pasión que lo mantiene.

A sus 89 años de edad y tras la muerte de su esposa, (hace dos años) ha perdido la vista, pero no el amor por un arte que considera en extinción. El amanteca conserva más de 50 de alrededor de 120 obras creadas con las plumas de aves, parte de un oficio que lo conecta con el pasado prehispánico y que ahora lo mantiene como la historia viva del arte plumario en México.

Eliseo dice sentirse muy bien, “todavía con muchas inquietudes”. Aunque reconoce que la pérdida de la vista ha sido algo muy fuerte, pues era lo que lo mantenía desarrollando el arte plumario hasta hace unos años. Casi como en tiempos prehispánicos, cuando en las sociedades azteca y mexica se acostumbraba, Eliseo se convirtió en un artesano cuya materia prima eran las plumas de aves, pero sin que en ello mediara el sacrificio de estos seres sino solo el aprovechamiento de las mudanzas de tales.

Amanteca es el nombre que se daba a esos artesanos cuya labor se mantuvo en tiempos de la colonia y que Ramírez ha defendido con su trabajo y un libro sobre el arte plumario, el cual presentó en 2017 en la ciudad de Oaxaca. Pero en su caso este oficio fue aprendido prácticamente de forma autodidacta, observando, por ejemplo, la virgen que con plumas hizo otro artesano y que estuvo expuesta en el Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México.

Me interesé más, empecé a ir a los museos, a buscar las obras de arte plumario y pasaba las horas viendo cómo estaban pegadas las plumas”, recuerda el oaxaqueño. Aun así, logró un contacto con la especialista María Olvido Moreno Guzmán, quien estudió el llamado “penacho de Moctezuma” y le dio “los rudimentos del arte plumario”.

Aunque hace tiempo que ya no crea más obra, Eliseo ha presentado su trabajo en museos como el de las Culturas de Oaxaca (en el ex convento de Santo Domingo de Guzmán), en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Museo de sitio de Monte Albán y otros. Además de que sigue ofreciendo conferencias en sitios como el Claustro de Sor Juana Inés.

Chimalis, una virgen, paisajes y otras réplicas de piezas ancestrales son parte de la obra de Ramírez, quien por insistencia de su fallecida esposa también publicó el libro “Arte Plumario. La tecnología de un arte ancestral” y a partir de este oficio exploró otros materiales y posibilidades del oficio.

En total ha elaborado unas 120 piezas, varias de ellas basadas en el Códice Nutal (Celia Nuttall). De esta creación conserva aún 52 piezas, mismas que está dispuesto a exponer para que el público conozca del arte que lo cautivó. Pero del que teme que se extinga.


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