Alegoría de un lustro
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Arte y Cultura

Alegoría de un lustro

Para mí la vida era una carrera, cuyo único objetivo era llegar a la meta, pero luego me pregunté: ¿A cuál meta?, y descubrí que ni yo sabía la respuesta….


Alegoría de un lustro | El Imparcial de Oaxaca

Para mí la vida era una carrera, cuyo único objetivo era llegar a la meta, pero luego me pregunté: ¿A cuál meta?, y descubrí que ni yo sabía la respuesta. Sea uno grande o chico, sigue siendo igual de complicado responder. Entonces fui aprendiendo a ver la vida de otra manera, como un viaje sin prisa y con muchas expectativas por delante. Un viaje lleno de pequeñas metas y obstáculos que nos hacen superarnos día a día. Este viaje también nos da la posibilidad de ir eligiendo compañeros, de ir acondicionando el camino y de ir construyendo nuestro propio destino.

Pero transcurrimos la vida tan dual entre la rapidez y la quietud de los días, que llega un momento en que volteamos a ver y nos sorprendemos de lo mucho que hemos caminado, porque creemos que el ser exitoso o conquistar una meta, es hablar de grandes cosas, pero las metas se conquistan en lo cotidiano.

Y hoy llegó el día en que yo me detuve y volteé a ver mi caminar. Este que empecé empíricamente un 4 de septiembre de 2016, cuando debuté en las páginas de EL IMPARCIAL DE OAXACA, al principio como un juego, pero pronto descubrí en el oficio periodístico la mayor satisfacción de mi vida.

Han pasado muchas cosas en estos cinco años, el suplemento que me vio nacer (El Imparcialito) ya no existe; muchos compañeros ya no están, han ido y han venido lectores, el periódico ha cambiado, la ciudad ha cambiado, mi entorno ha cambiado: yo he cambiado.

Pudiera hacer un breve recorrido de mi andar en este diario, pero ya lo he hecho en otras ocasiones… en estos momentos solo me embarga una desbordante emoción por estos cinco años, porque no los he sentido y vaya que los he vivido.

Es cierto que en el camino me he encontrado muchos obstáculos, que a veces ha parecido ser un transitar de puertas cerradas, pero el mismo ímpetu con el que recibí mi primer gafete como reportero —hace cinco años— y que me obligó a salir a la calle a buscar mis historias, me hace cada semana volverme a sentar y escribir mi columna, hasta que las cosas se van dando.

Encontré en este quehacer periodístico, un particular encanto por hacer entrevistas y con el paso del tiempo he ido aprendiendo a conversar con mis entrevistados, de cualquier índole, de cualquier clase, de cualquier disciplina. He podido, gracias a esta labor, conocer e intercambiar opiniones con aquellos personajes a los que he admirado, de estar en los lugares donde suceden las noticias cotidianas, que después formarán parte de la historia.

Y pudiera seguir enumerando todo lo que amo de ser periodista, de buscar una nota y de publicar un artículo, pero es probable que nunca termine. Solo sé que este sábado, queridas y queridos lectores, estamos cumpliendo nuestro primer lustro en este caminar periodístico, que se ha convertido en el mejor viaje de mi vida. Y no puedo decir más que ¡Gracias!

@Urieldejesús02