“Nicaragua es un país que ha logrado borrarnos la sonrisa”: José Adiak Montoya
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

“Nicaragua es un país que ha logrado borrarnos la sonrisa”: José Adiak Montoya

José Adiak Montoya (Managua, Nicaragua,1987) se encuentra exiliado en México; recientemente fue incluido en la lista de los 25 mejores autores jóvenes en español por la Revista Granta. Desde muy…


“Nicaragua es un país que ha logrado borrarnos la sonrisa”: José Adiak Montoya | El Imparcial de Oaxaca

José Adiak Montoya (Managua, Nicaragua,1987) se encuentra exiliado en México; recientemente fue incluido en la lista de los 25 mejores autores jóvenes en español por la Revista Granta. Desde muy niño quedó cautivado por la literatura, y con apenas una década de vida comenzó a escribir sus primeros cuentos. Décadas después la literatura se ha convertido para él en una cantera inagotable de posibilidades.Tratando que sus libros no se parezcan entre sí, ha ido navegando por diversos géneros y temas; sin embargo, ha descubierto que sus letras se decantan por retratar el sentido humano.

Este año ha publicado El país de las calles sin nombre (Seix barral/2021) una novela cruda y directa, donde recrea la historia de Alice Miller, quien regresa a su país de origen y sin pensarlo va descubriendo heridas generacionales de su pasado que ni ella reconocía y que tendrá que resolver para entender quién es y de dónde viene:

Al principio del libro utilizas de epígrafe una frase de Eve Merrian, que dice “sueño con poder dar a luz a un niño que me pregunte qué es la guerra” ¿Qué dirías tú que es la guerra?

—La expresión absoluta de la inhumanidad, la barbarie máxima, creo que, en todos los siglos de historia humana no ha habido absolutamente nada que supere los horrores y los terrores de la guerra, yo diría que es el epítome absoluto de la inhumanidad.

Dices que somos resultado de muchas circunstancias ¿Resultado de qué es tu escritura?

—Resultado de una pasión muy temprana por la lectura. Siempre he dicho que yo aprendí a leer y a escribir en primer grado de primaria, y todavía me sigo dedicando a ello (se ríe nervioso). Me apasioné enormemente por estas historias que me contaban estos señores que habían muerto hace mucho, como Daniel Defoe y Julio Verne; me apasionaba el hecho de estar en otras realidades desde mi cama, una silla o un sofá. Y me dije a mi mismo “yo creo que tú puedes hacer eso también” y comencé a hacerlo desde muy niño.

Y hoy en día que la Revista Granta te acaba de seleccionar como uno de los mejores autores jóvenes del español ¿Cómo ves en retrospectivas tu trayectoria?

—Es hasta conmovedor ese tipo de cosas, justo aquí tengo ese número de la Revista Granta porque realmente cuando leo ese título de “José Adiak Montoya, uno de los mejores nuevos narradores de la lengua castellana” resulta tan pesado y con tanta responsabilidad… pero a la vez resulta tan reconfortante y es como una gran recompensa para tantos años de trabajo. Y me conmueve porque me gustaría regresar a hablarle al José Adiak de 14 años que está escribiendo frenéticamente y soñaba con ser escritor, para decirle que algún día todas esas cosas se van a dar.

Como bien lo dices esta novela es un tanto política, nos hablas de un general dictador haciendo referencia a Daniel Ortega; sin embargo, jamás lo nombras, ¿por qué?

—Creo que no era necesario; es más, ni siquiera se menciona a Nicaragua. Esta novela retoma a un pueblo de mi primera novela, que es Los Almendros, que está inmiscuido en mi país, pero no quiero mencionar que es Nicaragua para no quedarme ceñido en el tema histórico como tal, porque lo que escribo es ficción. (A Ortega) no le hago el favor, ni le doy el honor, ni lo dignifico con mencionarlo en mi libro porque no se lo merece, pero sí lo acuso como el culpable de todos los desmanes que ha vivido mi país en los últimos 42 años que ha manejado él los hilos de poder. Yo estoy exiliado en México desde los conflictos de abril de 2018, no puedo regresar a mi país y menos después de haber publicado este libro, por lo menos hasta que las cosas cambien.

¡42 años en el poder! Tu generación nació y él ya era presidente ¿Para ustedes qué les representa esto?

—2018 representó por primera vez un vislumbro de esperanza de que las cosas podían cambiar, de que a través de paros nacionales, a través de manifestaciones cívicas, demostraciones multitudinarias de rechazo al presidente, de lo que hicieron los estudiantes de atrincherarse, tomar barricadas, repeler a la represión de la policía que tiraba bala; por primera vez vimos como que de verdad iba a caer y él puso todas las armas a su disposición, hizo la operación ‘vamos con todo’ y logró desarticular la protesta civil, que se mantuvo por tantos meses exigiendo su salida del poder. Lo que ha logrado es que 100 mil nicaragüenses estén en el exilio, que no pueden regresar, como tampoco se pueden marchar los nicaragüenses que están adentro porque simplemente te matan, él tiene las armas y por lo tanto él se mantiene en el poder solamente por las armas.

Dices “en ese momento creíamos que las cosas podían cambiar” ¿Ahora crees que las cosas pueden cambiar en Nicaragua o tendría que pasar algo muy radical?

—Tendría que pasar algo muy radical y que viniera desde afuera de Nicaragua, porque todos los instrumentos que se intentaron utilizar en su máxima expresión en 2018, todos fueron desarticulados por las fuerzas militares y paramilitares de Daniel Ortega; por lo tanto, tendría que ser un asunto de la comunidad internacional, pero es totalmente impensable, antidemocrático y desquiciado que para los próximas elecciones todos los candidatos estén presos y que solo él vaya a correr, entonces esperemos que las cosas cambien para bien más pronto que tarde.

Esta esperanza y desesperanza lo retomas muy bien en la novela, cuando los personajes jóvenes esperan a “cuando acabe la guerra” y los viejos ya saben que esto no va a suceder…

—Exactamente es este tipo de cosas de la ilusión y la esperanza de la juventud, versus el desencanto de los que ya hemos sido quemados por la vida, nos hemos dado cuenta que también hemos sido esperanzados y que estas esperanzas fueron desarticuladas; igual yo creo que tienen que aprender, si pasa lo mismo aquí estamos todos para abrazarlos, pero qué tal que ellos sí lo logran, no hay que quedarnos con los brazos cruzados, hay que intentarlo.

¿Continúas teniendo esperanzas en tu país o de alguna manera las has perdido?

—Hay días que las pierdo, hay días que las recupero, hay días que solo es ira, en los que es mucha tristeza, hay cosas que me dan mucha esperanza; pero en general ya no siento aquel gran poder de optimismo, creo que eso lo comparten muchos, Nicaragua es un país que de cierta forma ha logrado borrarnos la sonrisa.

@Urieldejesús02