La actividad cultural sobrevive por los artistas, opina Max Sanz
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Arte y Cultura

La actividad cultural sobrevive por los artistas, opina Max Sanz

El autor oaxaqueño participa en dos exposiciones colectivas en Rusia y Francia; con una nueva muestra individual en puerta, reflexiona sobre el estancamiento de la política cultural en el estado


La actividad cultural sobrevive por los artistas, opina Max Sanz | El Imparcial de Oaxaca

Que su trabajo se siga difundiendo en el extranjero, aun en medio de la pandemia y las afectaciones de esta a las artes y la cultura, es para Max Sanz un reconocimiento a su propuesta plástica. Pero no solo eso, dice el artista oaxaqueño, cuya obra se presenta desde mayo y durante junio en Rusia y Francia. Lo es también por el apoyo e impulso general a las y los creadores, con quienes se buscan mecanismos para compartir su trabajo y sortear la emergencia sanitaria.

“Creo que esto debería replicarse en los museos” de Oaxaca, dice Sanz mientras repasa el quehacer de los recintos culturales de la entidad que dependen del gobierno. Una de ellas la Casa de la Cultura Oaxaqueña, donde fue el primer artista con quien se trabajó una exposición virtual como estrategia para mantener la oferta al público. “Pero el Mupo (Museo de los Pintores Oaxaqueños) sigue cerrado cuando puedes hacer un proyecto muy bueno”, agrega Sanz.

La trayectoria profesional y formal de Max Sanz es de aproximadamente 10 años. Con raíces en las regiones Sierra Norte y Valles Centrales, el autor ha vivido y desarrollado su propuesta desde la capital y la zona conurbada. Y desde ahí ha proyectado un trabajo que actualmente se presenta en el extranjero.

En Francia, la exposición es apoyada por el consulado honorario de Dijon y se presenta del 27 de mayo al 12 de junio. Bajo el nombre de Florilège d’artistes mexicains (Antología de artistas mexicanos), y enmarcada en la Semana de América Latina y el Caribe, reúne a 19 artistas que forman parte de la Delegación Mexicana de Artistas Plásticos. En Rusia, la exposición en la que participa se desarrolla del 25 de mayo al 25 de junio, en el Museo Palacio de Santa Catalina en San Petersburgo-Rusia.

“Creo que los museos se están abriendo y buscando las formas de cómo apoyar a los artistas”, apunta Max sobre estas muestras en las que se ha buscado proyectar el trabajo artístico en medio de la pandemia.

Pero esto no es algo que se dé en Oaxaca. “Creo que el estado se estancó en el sector gubernamental”, refiere Sanz, al tiempo de señalar que “la máquina del arte” sigue gracias a los artistas. “Hay muchas propuestas, hay presentaciones, eso ha empezado a despertar un poco”.

Su deseo es que “las instituciones sigan este camino porque si esperan a que la pandemia tenga un fin, va a tardar y estamos perdiendo mucho tiempo. Oaxaca se caracterizaba por su oferta cultural, pero actualmente está muy muerto”. Con esa idea, considera que no hay más opción que seguir el trabajo desde la iniciativa ciudadana y el sector privado.

En el caso del estado, remarca que la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca “se ha sumergido en una pausa muy grande”, cuando debió demostrar en la pandemia su fortaleza, adaptar su política cultural a una situación que daba la pauta para reestructurar el trabajo cultural”.

Y agregó “Tuvieron un año para poder decir: aprendimos del año pasado, en este tenemos un plan de rescate cultural, pero se estancó. No hay nada y eso es lamentable. No hay un plan”, reflexiona. 

Un collage sobre qué es la felicidad

Este 4 de junio, Max Sanz presenta su nueva exposición individual en la ciudad de Oaxaca (Recetas para ser feliz) en una mezcalería del Centro Histórico de la capital. Se trata de una serie de 17 piezas en las que el autor explora la técnica del collage y parte de una reflexión sobre la felicidad, que a su vez liga con la cultura de una bebida del estado: “para todo mal, mezcal; para todo bien, también”.

¿Qué es la felicidad? Esa es la pregunta en torno a la que Sanz plantea sus piezas, especialmente en “esta vorágine donde estamos saliendo y vamos a buscar de nuevo una felicidad”.

Con esta exposición, Max también recurre a su infancia y al recuerdo de su abuelo, de quien conservaba un libro de biología que aquel había atesorado. Ahora, esas páginas de ilustraciones recobran vida en las pinturas con las que Max hace interactuar a sus personajes.