El destino nos está esperando: Ely Guerra
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El destino nos está esperando: Ely Guerra

antautora regiomontana que en casi 30 años de trayectoria profesional, ha recibido importantes distinciones como el Grammy Latino en 2010, y acumula una decena de producciones discográficas; la más reciente lanzada en 2019: Zion en el que no existe otro instrumento más que su voz.


El destino nos está esperando: Ely Guerra | El Imparcial de Oaxaca

Es Ely Guerra por sí misma un personaje que, con su ser múltiple, mueve su voz entre la fragilidad y la fuerza. Es poseedora, como su canto, de una belleza nata y de una complejidad que sólo la perseverancia y la experiencia puede otorgar. Cantautora regiomontana que en casi 30 años de trayectoria profesional, ha recibido importantes distinciones como el Grammy Latino en 2010, y acumula una decena de producciones discográficas; la más reciente lanzada en 2019: Zion en el que no existe otro instrumento más que su voz.

Ely está acostumbrada a arriesgarse, es consciente de quién es y de lo que hace, está orgullosa de mantenerse honesta a su raíz musical, con la que ha podido evolucionar sin perder el hilo conductor que la caracteriza. Durante esta cuarentena pudimos conversar con ella vía telefónica, refirmando que para querer conquistar a la vida, hay que amarla: 

En una de sus visitas a Oaxaca en 2017 platicamos sobre Homey Company y usted dijo “Es que yo toda mi vida he buscado la música, hay que buscar la música”…

—Nuestra empresa ha utilizado nuestra capacidad creativa y únicamente la de mi persona, no hemos explotado ningún otro aspecto, porque consideramos que es importante eso que proviene del universo creativo y sincero, entonces, seguramente hablaba de esa búsqueda, y sí hay que encontrar la manera de buscar esa música y de hacerlo de la manera más honesta posible; para nosotros no hubo otro camino más que el de la independencia, somos un músculo autónomo que no dependemos de ninguna compañía disquera, como tampoco de alguna editorial o patrocinador y de ahí el sentido de la búsqueda por una música: libre. 

¿Podemos decir entonces que su carrera ha sido una constante lucha?  

—Hay un falso testimonio de que los músicos no luchamos por nuestro trabajo, yo creo que cualquier músico, famoso o no, se ha enfrentado a este camino que es bastante complejo en la música, el de defenderla, como en muchas profesiones y oficios, son batallas que después se sienten ganadas o perdidas, pero casi siempre son batallas que merecen la pena luchar. 

¿Qué representa la música para usted? 

—En realidad me siento sorda, no he terminado de descifrar por qué Dios me quiere haciendo música. Para mí ha sido un vínculo que me ha permitido sentirme fuerte y parte del mundo; sin embargo, yo escucho música y representa mucho más que una compañera o un sonido que está entre nosotros; ha sido un canal para ser mejor persona, de alguna u otra forma distinguirme, formar parte del mundo y poderme hacer parte de otros, de sus vidas, tener amigos, mejores conversaciones conmigo misma y con mi familia, creo que la música trasciende a un nivel mucho más personal que profesional. 

Hace tiempo yo me casé con la idea de que infancia es destino. Considera que pueda ser así, ¿infancia es destino? 

—La infancia nos marca y es una etapa importante para que el desarrollo de nuestra juventud y la edad madura se asienten. Es decir, la infancia es el gran cimiento hacia dónde vamos, pero no considero que es el destino, no creo que la frase justifique el hecho de muchos podamos tener una infancia compleja o feliz, y que eso nos lleve a un destino; considero que hay mucho trabajo posterior al de la infancia para llegar al destino. Lo que sí creo es que el destino está escrito, que todos tenemos un destino que nos está esperando. 

¿Cómo van cambiando las percepciones con los años? ¿Qué pensaba la niña Ely y que piensa la Ely de la actualidad? 

—Las percepciones cambian, sin irnos tan lejos a la niñez, sencillamente vayámonos una década, por ejemplo, en el tema musical, hace 10 años estaba saliendo mi disco Hombre Invisible; ahora sale Zion. Ambos son independientes, inéditos y escritos por mí, tanto musical como la lírica, y si comparamos los dos trabajos, son muy sinceros, creativos, pero cada uno explica mi momento y se ve un desarrollo; hay una producción y un desarrollo distinto en cada uno de ellos, pero permanece ese hilo conductor que te hace entender que es de la misma persona. Y si todavía nos vamos más lejos, en mi niñez, hablamos que a partir de los nueve años escribí mi primera canción y desde entonces he aprendido a desarrollar el músculo creativo en la intimidad, bajo la premisa que primero está la música, no la fórmula, el dinero o cuestiones más superficiales; hay premisas que no cambian; sin embargo, la edad lo que te permite es ir valorando que cambiar es positivo, que el cambio habla de evolución y de desarrollo. De repente vemos en la música popular que no ocurre, siempre queremos que el artista cante lo mismo, que escriba lo mismo, que recaiga sobre las mismas formas pa’ que no quiten el sonsonete y a mí la perspectiva lo único que me ha dicho con claridad es que el cambio te lleva a nuevos horizontes, pero que hay una raíz o un centro que te pertenece, que no cambia y se muestra a lo largo de los años.

¿Cuál es el centro y la raíz de Ely Guerra? 

—Creo que honestidad, lo cual no quiere decir que soy muy sincera o que soy muy perfecta, todo eso es un idealismo y eso no existe. Cuando hablo de honestidad quiero decir que acepto mi condición actual, que me acepto como soy en el momento, me refiero al concepto creativo, lo que significa mi música está depositado en la aceptación de quién soy en el momento, con mis bajas, con mis subidas, o con mis posibilidades creativas, el corazón de nuestra música es que trabajo con las herramientas que tengo. 

Al escuchar Zion se percibe algo más espiritual, tal vez alejado a lo que comercialmente estamos acostumbrados de Ely Guerra…

—Pues es esa la evolución de la que hablábamos, Zion no tiene una pretensión espiritual, tampoco de decir esto es comercial y esto no; es simplemente el trabajo con las herramientas que se tienen en ese momento y considero que como artistas vamos viajando a través de las experiencias y las oportunidades que nos brinda la vida de conocer a otros y al mismo tiempo de representarnos y Zion es el resultado de eso. 

Me dijo que a los 9 años escribió su primera canción ¿Qué la inspiraba tan chica a sentarse a componer? 

—Para mí la vida siempre ha sido una confrontación, podía estar con mi papá, mi mamá –en ese momento éramos solamente mi hermana Gloria y yo– y observar la dinámica en la escuela. He sido una niña afortunada, nunca me faltó educación, ni que comer, ni que vestir, vivía una vida de te levantas, vas a la escuela, regresas. Mi mamá siempre nos procuró en actividad, en ejercicio, siempre observé estas conductas, desde chica me ha gustado permanecer más en silencio que tomar acción, y esta circunstancia de observar me llevó a querer contar historias. Mi mamá es la que me cuenta ‘yo iba manejando y tú atrás; te podía ver por el retrovisor, ibas cantando y te preguntaba ¿Ely, qué vas cantando? y me decías una canción que yo inventé’, así que yo creo que es un acto natural que yo ya venía cargando.

A los 9 años ocurre algo con mi mamá que me hace comprender que las relaciones son frágiles y que hay que cuidarlas, la primera canción fue para pedirle perdón a mi mamá. Creo que por eso mi música es amorosa e intensa; habla de esa fragilidad que desde chica entendí que existe entre los seres humanos. 

¿Qué mensaje le envía a la juventud? 

—A veces las palabras salen sobrando, ahorita con la contingencia y todo lo que está pasando, me queda claro que el poder de una personalidad que ha expresado siempre el ser fiel y leal a la música misma, se traduce a lo que llamamos credibilidad y cuando hay una credibilidad en un personaje se vuelve ejemplar.

Hay ocasiones en las que no es necesario decir algo, sobre todo a los jóvenes, ellos escuchan cuando quieren, porque ya pasé por ahí, escuché lo que quise y lo que en su momento me pareció irrelevante lo deseché. Luego me di cuenta que eran cosas relevantes, es decir, cuando eres joven traes un ímpetu que te permite moldear o fabricar tu personaje y a quienes permitimos entrar, los elegimos con mucho recelo. Yo estoy muy agradecida porque hay jóvenes que me han elegido para moldear sus personajes o su carácter no sólo a través de mi música, sino en lo que digo en entrevistas, entre canción y canción en los conciertos, me siento muy alagada y creo que la mejor forma de decir algo es siendo quien soy; me gustaría expresar empatía, que aquí vamos, que estamos juntos. 


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