Tío Yim, un filme donde lo personal es político
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Arte y Cultura

Tío Yim, un filme donde lo personal es político

A partir de un retrato familiar, la ópera prima de la realizadora Luna Marán cuestiona las formas establecidas de lo que es el afecto


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Una historia “hecha con el corazón” y para compartir con todos “quienes somos como familia”, así describía Luna Marán a su primer largometraje, Tío Yim, que desde febrero se estrenó en la gira de documentales Ambulante. En la programación que concluye el próximo 16 de mayo, la película se ha estrenado y presentado en ocho estados del país, incluido Oaxaca.

“Es un público muy lindo el que nos ha tocado ver en Xalapa, en Querétaro, Puebla, Guadalajara y en Oaxaca”, comenta Luna, productora de Los años azules y ahora directora de un filme que se plantea la pregunta de ¿cuántas formas hay de decir ‘te quiero’?, a partir de un retrato que comienza con su padre, el activista, trovador y pensador serrano Jaime Martínez Luna, pero que acaba envolviendo a toda una familia y comunidad.

¿Habías planeado que tu ópera prima fuera un documental y no una ficción?

Sí quiero hacer ficción, me interesa, es un proceso muy diferente y rico. Todavía no tengo un proyecto muy claro, pero creo que al final no importa si es una ficción o documental porque lo fundamental es que las historias conecten con el público, porque este necesita también ver ese tipo de historias.

¿Y una de esas historias puede ser sobre la familia, sobre las maneras de querer?

Sí, creo que es una discusión muy importante, me gustaría pensar que al menos el documental plantea una pregunta que los espectadores pueden ir desarrollando, complejizando, profundizando, contestando o no, y me gusta la posibilidad de con una película haber hablado de eso. Es bien importante cuestionar las formas hegemónicas en las que estamos asumiendo que se da el cariño y como mujeres indígenas, como seres de culturas distintas a las hegemónicas, que recuperemos esas otras formas de afecto. Es triste y violento que nos hemos ido colonizando en nuestras formas de expresar nuestros afectos y eso nos genera dolores emocionales.

¿Con el documental, te has planteado el definir qué es la familia?

No tengo una conclusión porque creo que pensar en algo así sería peligroso. Lo interesante es poder recuperar que las familias somos muy distintas. Así como en Los años azules la familia es tu grupo de roomies, que te acompaña y con el que te procuras un techo y ciertas condiciones de vida, hay otras formas que no necesariamente tienen que estar compuestas por un padre y una madre. Y realmente así es la mayoría, vivimos en un país de muchas familias donde no existe la figura paterna y se vive con mucho dolor. Pero si se honra esa diversidad, los dolores podrían ser menos.

Para tu familia, ¿qué cambió la película?

Ha sido un proceso muy sanador y confrontador también. No me imaginaba lo confrontativo que podría ser el hacer la película. Actuaba un poco desde el no saber de lleno qué implicaba. Como digo en la película, es un pretexto presentar a la familia y convivir con ella, y aprender de ella porque por muchos años no hemos estado juntos. Cada quien lo ha vivido diferente, pero ese es el ejercicio que invitamos a hacer, que no es fácil e implica muchos retos. A hablar sobre lo que somos, de dónde venimos y cómo nos sentimos.

Jaime Martínez, tío Yim, es a partir de quien se habla de esas maneras de querer, pero también cobra peso Magdalena Andrade, tu madre.

Hemos escuchado algunos reclamos de que no se debió haber llamado Tío Yim, y son muy justos porque la película no se centra en una persona o su experiencia. Pero desde el principio estaba pensada que pudiera estar más equilibrada con los demás personajes y dándoles un peso protagónico a mi madre, que también tiene que ver con el pensamiento de Jaime.

Él mismo, en la forma en que construye su pensamiento, dice que no existe el individuo, sino que este es parte de su contexto y de quienes lo nutren. En ese sentido, la película tenía que ser con quienes han estado cerca de él, que lo hacen ser quien es.

En Ambulante se han reunido producciones ligadas a la familia, ¿es lo privado algo que refleja lo de toda una sociedad?
Como han dicho las feministas, lo personal es político, y en este caso como mujeres es un poco orgánico hablar de lo personal porque creemos que eso tiene un efecto social. No es casual que Eva sea una realizadora. No creo que exista la originalidad, sino momentos en la historia donde hay conversaciones que van fluyendo. El cuestionar nuestros afectos o de relacionarnos dentro de la familia es importante.