Durante generaciones, las chicatanas —hormigas voladoras de gran tamaño (según nombre del náhuatl, tzicatl ‘hormiga o bichito culón— han sido parte esencial de la dieta en comunidades indígenas de Oaxaca y otros estados del sur de México. Consumidas por su alto valor nutritivo, su sabor peculiar y su conexión con la identidad cultural, eran un alimento humilde, accesible y profundamente ligado al entorno natural.
Hoy, sin embargo, el panorama ha cambiado: de alimento de temporada a ingrediente codiciado en restaurantes de alta gama, las chicatanas han sido absorbidas por la voraz maquinaria del turismo gastronómico y la cocina gourmet.
El boom turístico las encarece… y las aleja del pueblo
Con la creciente promoción de la gastronomía oaxaqueña a nivel nacional e internacional, las chicatanas han dejado de ser un alimento común para convertirse en una vianda exótica y cara. En algunos restaurantes de Oaxaca o Ciudad de México, una simple salsa de chicatana puede costar más de 300 pesos.
La especulación no se queda en lo local: en plataformas digitales como Mercado Libre, el precio por kilo de chicatana alcanza hasta los 3 mil 395 pesos. Un costo que las convierte en un lujo fuera del alcance de las familias que históricamente las consumían como alimento básico.
Este cambio ha traído consecuencias económicas y sociales: comunidades que antes recolectaban las hormigas para su propio consumo ahora las venden a precios elevados. Con ello, perdiendo el acceso a un recurso alimenticio tradicional. Lo que antes era “comida de pobres” hoy solo lo pueden pagar los turistas o quienes comen con mantel largo.
Sobreexplotación, ciclo alterado y riesgo ambiental
Además del impacto social, expertos y ecologistas han comenzado a alertar sobre el riesgo ambiental de su sobreexplotación. Aunque las chicatanas se han recolectado por generaciones, la alta demanda ha roto ciclos naturales. Des esta forma, afectando la reproducción de la especie y los ecosistemas donde habitan.
Como insectos temporaleros —que emergen tras las primeras lluvias— su captura en exceso puede alterar el equilibrio de su hábitat. En algunos casos, se recogen masivamente sin permitir que cumplan su ciclo de apareamiento y retorno al subsuelo. Lo que podría poner en peligro su existencia a mediano plazo.
Nutritivas y versátiles, pero ahora inaccesibles
Las chicatanas son valoradas no solo por su sabor, sino por su aporte nutricional. Ricas en proteína, vitaminas A, E y K, y minerales como calcio y zinc, son un superalimento natural, con propiedades antibacterianas y potencial afrodisíaco.
Se comen como botana, en salsa, tamales, mole, guacamole y hasta con mezcal. Sin embargo, hoy su versatilidad ha sido monetizada en beneficio de pocos y en detrimento de quienes históricamente las han aprovechado.
¿Gourmet o apropiación gastronómica?
La historia de la chicatana plantea una pregunta incómoda pero necesaria: ¿cuándo un platillo típico se transforma en símbolo de exclusión y apropiación? En nombre del turismo y la “valorización cultural”, ingredientes como las chicatanas han sido separados de sus contextos originales para ser servidos en mesas que excluyen a sus creadores.
Finalmente, revalorizar no debería significar privatizar. El reto está en proteger la biodiversidad, garantizar acceso justo y reconocer el conocimiento ancestral de quienes durante siglos han sabido convivir con la naturaleza sin agotarla.