Migrantes centroamericanos en su travesía a la Unión Americana, reconocen el apoyo que les brindan los oaxaqueños a lo largo del trayecto, pues en otros estados han tenido que sortear desde extorsiones, hasta abandono.
Un ejemplo de lucha diaria para alcanzar su meta es Manuel Covarrubias Cáceres, originario de Colombia, quien ya lleva siete meses en su travesía y se ha enfrentado a muchos desafíos.
Me ha tocado una vida dura, lo acepto, para poder salir adelante, salí de mi país en busca de un sueño, ya estamos cada vez más cerca y confiamos en que en pocos meses lleguemos al otro lado”, relata.
Indica que le apuesta a tener el estatus de refugiado y con ello acceder a un trabajo y poder ayudar a su familia y que padecen muchas carencias, “se está complicando el tema de la alimentación”.
Hemos gastado a lo largo del trayecto unos 3 mil dólares (60 mil pesos mexicanos), cuya cantidad ha salido de familiares que ya están en Estados Unidos y también si alguien no da trabajo lo hacemos y seguimos, no nos podemos detener, explica.
La persona en tránsito revela que algunos policías les cobran por el paso a través de territorio mexicano entre 30 y 40 dólares (600-800 pesos) y si no, no los dejan avanzar.
Nuestra meta es acceder como refugiados a los Estados Unidos, pero si no lo logramos también queremos tener un buen empleo, ya no tenemos dinero para poder volver a casa, es el todo por el todo; la mira está puesta en el norte”, suelta.
Sin embargo, expone que después de la Ciudad de México deberán subirse al tren para llegar a los estados del norte del país, por diversos factores que tienen que ver con economía y cese de la extorsión.
Migrantes buscan una vida mejor
Asimismo, Ángel N., de 23 años y de origen venezolano, también sigue una ruta hacia los Estados Unidos, principalmente por la falta de recursos económicos para vivir y alcanzar una vida mejor.
Ya tengo dos meses de recorrido y los más complicado ha sido tener un lugar donde quedarse y la comida en territorio mexicano, nos la obsequian las personas de buen corazón o de cooperaciones”, externa.
El joven añade que hay ocasiones en que los ciudadanos se suman a su sueño y les otorgan algún alimento para sortear el hambre, ropa de la que no ocupan o dinero, poco pero que los ayuda bastante, afirma.
Como Manuel, él también espera alcanzar su estancia en la Unión Americana en pocos meses, contar con documentos oficiales que les permitan trabajar y a su vez, enviar un poco de dólares a sus familiares, quienes siguen sosteniendo sus sueños.
En tanto, ambos esperan pacientemente en las sombras que le bridan los frondosos árboles del jardín Morelos, en donde varias personas en tránsito descansan de su andar.
