Además de duplicar el número de casos de hepatitis A en comparación con el año anterior, Oaxaca se ubica este 2022 en el décimo lugar de los estados del país con el mayor número de notificaciones, sobre todo con afectación en menores de edad.
Con 126 casos de la enfermedad en lo que va del año, la entidad supera los 62 de 2021 en el mismo periodo, de los cuales, tres se reportaron apenas en la última semana epidemiológica.
En los primeros lugares se encuentra la Ciudad de México con 603 casos, seguido por Guanajuato con 340, el Estado de México con 290, Guerrero con 275, Morelos con 230 y Michoacán con 218. En contraste, los estados con menor número son Campeche con seis y Colima con 13.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis A es una inflamación del hígado y se propaga principalmente cuando una persona no infectada (y no vacunada) ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada.
La infección está muy asociada al consumo de agua y alimentos insalubres, el saneamiento deficiente, la mala higiene personal y el sexo bucoanal.
A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez es mortal, pero puede ocasionar síntomas debilitantes y hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda) que, a menudo, es mortal”.
La OMS estima que en 2016, esta enfermedad provocó en todo el mundo aproximadamente 7134 defunciones, una cifra que representa el 0,5% de la mortalidad por hepatitis víricas.
La hepatitis A se presenta esporádicamente y en epidemias de ámbito mundial y tiende a reaparecer periódicamente. Las epidemias asociadas a agua o alimentos contaminados pueden aparecer de forma explosiva, como ocurrió con la epidemia registrada en Shanghái en 1988, que afectó a unas 300 mil personas”, señala la OMS.
También se pueden prolongar considerablemente y persistir durante meses en la población a través de la transmisión de persona a persona. Los virus causantes subsisten en el medio y pueden resistir a los métodos habitualmente utilizados para inactivar o controlar las bacterias patógenas en la producción de alimentos.
