La llegada de los españoles al nuevo continente que más tarde se llamaría América, nos trajo muestras de el adelanto de una civilización antigua, pero a su vez nos trajo males que se quedaron para siempre, la viruela, la sífilis, la gonorrea y otras enfermedades venéreas que trajeron como secuela de la conquista española, pero no se trata de hablar de España o de la madre patria cuando el fervor del mexicano sudaba a los efectos de la corona española y el mestizaje y el criollismo nos acercaba más al nuevo mundo, le acuñan al oaxaqueño dictador Porfirio Díaz la frase “México tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios” y lo queremos mencionar porque en la actualidad o mejor dicho en el pasado inmediato de nuestra historia, se afirmaba y era cierto que los gringos o los nativos de Estados Unidos de América (USA), consumían la mariguana que se cultivaba en nuestras fértiles latitudes y que se exportaba en su totalidad al vecino país del norte . Los países de centro y Sudamérica pronto saturaron el mercado de Norteamérica, motivando el autoconsumo de los mexicanos y abriendo paso a una nueva generación de drogadictos y mediocres que han socavado el estatus social de nuestra nación, el tráfico de drogas es alarmante al igual que su consumo.
Pero no queremos hablar de drogas que ha permeado en toda la sociedad mexicana, ricos y pobres le “pegan” con singular maestría a la drogas, de todo tipo y efecto, sino que queremos hablar del tipo de turismo que nos está llegando a lo largo y ancho de nuestra nación, que bien podría llamarse turismo chatarra, a quien por culpa del tipo de cambio de su moneda, los pobres se convierten en millonarios en nuestra tierra, pero estos visitantes ya no provienen de la alta sociedad de Boston, de New York, etc. sino que provienen de extractos sociales muy bajos, que se han aprovechado de la anarquía que reina en todo el país, donde no existe ni orden ni autoridades y pueden darle rienda suelta a sus vicios y bajas pasiones, en abierto libertinaje consumen todo tipo de drogas, que han convertido su consumo en un estilo de vida muy socorrido.
Los censurable del caso es que estos prepotentes visitantes, amparados en la fuerza y en el poder de su gobierno y desafían al nuestro, al que no respetan en lo más mínimo y así los vemos entrar sin guardar ninguna medida sanitaria, mucho menos el cubrebocas por eso nadie les dice nada y se dan lujo de venir a enfermar a los incautos mexicanos hambrientos del billete verde y de los güer@s con ojo azul.
