Exhortó a que esta tierra que somos nosotros sea buena, donde se siembre la palabra de Dios pues es ahí en donde se va a cosechar abundante.
No nos esperemos a que cuando tengamos más años lo hagamos, hay que hacerlo ya, porque hay muchos jóvenes que dicen “cuando sea grande me voy a aquietar. Ahorita le voy a dar rienda suelta”.
Lamentó esto porque llenaron de basura su vida, “a pesar de que sus padres intentaron sembrar una semilla pero se encontraron con piedras”.
En su misa dominical, expresó que Dios se vale de gente muy humilde y sencilla que nos enseñan grandes lecciones.
En las comunidades y pueblos originarios hay gente que escucha la palabra de Dios y la llevan a la vida cotidiana, pero quienes viven en la capital se sienten a veces intocables, insensibles, ingratos para entender la palabra de Dios.
Insistió que cuando uno le brinda parte de su tiempo a sus hermanos no es “perder el tiempo, es otorgar su reconocimiento y valor para hacerlos sentir que le interesa su vida y su persona.
Demandó no tener el corazón endurecido y pidió por una semana donde Dios nos conceda cuidado y protección, con la esperanza de que la actual pandemia baja bajando.
“Me dicen que esto no se acabar pero tenemos que bajarle. Vamos a bajarle a los contagios, hay que seguirnos cuidando y no nos dediquemos a echarnos culpas”.
Asimismo, el arzobispo aseguró que todavía no tienen claridad sobre cuando se abrirán los templos para celebrar, pero esperarán a que lo dispongan las autoridades sanitarias para poder abrirlos.
