La esperanza de ver pronto a Tlacolula de Matamoros en la actividad plena tras la contingencia del Covid-19 se ha disuelto en un acta de cabildo. El pasado 11 de mayo, las autoridades municipales aprobaron reforzar las restricciones sanitarias, por lo que se cancela toda posibilidad de que la emergencia sanitaria se levante el próximo domingo 17 de mayo.
En este municipio, el octavo mayor poblado de los Valles Centrales, con 21 mil habitantes, se han detectado dos casos positivos de coronavirus y, de acuerdo con las autoridades municipales, la proyección es que los casos aumenten en los siguientes días. Las dos personas infectadas no requirieron hospitalización, se encuentran en sus hogares, aisladas, pero se desconoce si pudieron generar más contagios.
La amenaza parece no ser advertida por la mayoría de los habitantes. Por las mañanas, en este municipio que se autopromociona como la capital mundial del pan de cazuela y cuna del maíz, las calles se encuentran repletas, con decenas de comercios abiertos sobre la calle de acceso principal, con decenas de personas en fila esperando afuera de una sucursal bancaria. Algunos usan cubrebocas, algunos respetan la sana distancia. Algunos no.
Incluso hay albañiles trabajando en la construcción de la escuela Presidente López Mateos, símbolo de un conflicto político desatado en octubre pasado cuando el presidente municipal, el morenista Carlos León, pretendió tomar el predio para edificar un centro comercial.
En el mercado Martín González, el principal de esta comunidad, el único elemento que permite distinguir un día de contingencia de otro cualquiera son los cubrebocas bordados que portan las marchantas y una lona mal colgada afuera de la entrada principal. Adentro, los comerciantes se quejan de la caída en las ventas, de la baja afluencia de visitantes y de que noticias falsas como la que corrió el pasado lunes -cuando se informó a través de una radiodifusora estatal que un taxista del municipio dio positivo a coronavirus- pueden significar el tiro de gracia para sus ventas.
“Se dio una falsa información, esto nos perjudica un poco, hemos estado sobreviviendo con poca venta. Aquí se vive del turismo y por esta contingencia no hay, aunque sea domingo no está viniendo toda la gente que normalmente viene. Las declaraciones acaban de rematarnos, puede ser el tiro de gracia para nosotros”, asegura Armando Aquino, secretario de la organización de la Unión de Barbacoa, que agrupa a 30 vendedores, de los cuales el pasado domingo solo acudieron tres a ofertar su producto. Los demás decidieron no arriesgarse a las bajas ventas. En un día de alta afluencia un vendedor puede obtener entre 3 mil y 4 mil pesos, en tiempos de contingencia son mil o mil 500, máximo.
“Nos han pedido que cerremos pero es difícil, nosotros vamos al día, no tenemos un sueldo, es diferente, te mandan a descansar pero es con goce de sueldo. La autoridad nos ha pedido mantener la sana distancia, usar cubrebocas, gel. Haber cerrado habría complicado muchísimo las cosas”, asegura el propietario de una carnicería.
Del gobierno federal, ni del estatal, mucho menos del municipal, han llegado ofertas de créditos o apoyos para los mercaderes.
“Seguimos de pie para que no haya desabasto. Nos ha afectado mucho, han bajado las ventas, pero esto nos está enseñando a fortalecer la economía local, les estamos comprando más a nuestros compañeros que producen y evitamos ir tanto a la Central de Abasto. Sí vamos, un par de veces a la semana, pero con las medidas de protección necesarias”, señala Evangelina Aquino, propietaria de un puesto de venta de verduras que asegura que sus ventas han bajado de 2 mil o 2 mil 500 pesos en días de plaza a mil o a 800 pesos.
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