Salamanca: arte, saber (y charros)
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Salamanca: arte, saber (y charros)

 


Salamanca, España.- La ciudad estudiantil por excelencia en el mundo hispano es Salamanca. Aquí se encuentra la más famosa, antigua e ilustre Universidad de España, por donde han cursado las mentes más notables de las humanidades, las letras y la filosofía en nuestra lengua. Hemos conocido el proverbio latino que reza “Quod natura non da Salamantica non praestat” o en castellano antiguo “Lo que natura non da, Salamanca non lo presta”, convertido en un aforismo que exalta, sin decirlo, el don de la inteligencia como privilegio de la naturaleza.
Pero Salamanca no es sólo una ciudad universitaria en su sentido original; es también el magnífico recinto de obras arquitectónicas, pictóricas y escultóricas de las etapas más lúcidas de las corrientes románica, gótica, mudéjar, plateresca, barroca y churrigueresca. El visitante conocedor puede saber que el templo y convento dominico de San Esteban, es el modelo reproducido en la América española, de los emplazamientos de la Orden de Predicadores, especialmente la joya cuya construcción se inició en 1575 en la Antequera de Indias (hoy Oaxaca): el templo y el convento de Santo Domingo de Guzmán, que en su retablo y sus capillas se reproducen la disposición y la ornamentación del altar mayor, de retablo áureo, y la magnificencia otorgada a la advocación mariana del Rosario, que también da lustre al templo de los dominicos en La Puebla de los Ángeles.
En Salamanca hay dos catedrales. Los artífices de esos portentos de las artes decidieron no tocar la sede episcopal de origen, al iniciar la construcción de una imponente y soberbia edificación que se identifica en el tránsito de la arquitectura románica al gótico tardío renacentista y barroco, con los elegantes y nutridos recursos decorativos, todos en oro, pinturas al fresco en muros y al temple en las maderas que adornan sus magníficos retablos.
La Catedral Nueva de Salamanca, está dedicada a la Asunción de la Virgen María (como las de México y Oaxaca), y es una de las más altas del mundo, ya que la cúpula principal, con insuperable decoración, tiene una altura de 110 metros, como uno de los más grandes retos a la ley de gravedad y como un enigma por la perfección de su arquitectura y solidez en su cimentación.
Se ha dicho que Salamanca es “Arte, saber y toros”, por la conjunción de tres características en la vida española. Pero algo inesperado e inusitado para nosotros los mexicanos, es que los charros y la charrería son de origen totalmente salmantino, no sólo por el nombre y la indumentaria de los antiguos charros campestres y sus mujeres, aporte singular al folclor de la ciudad y extendido a México por la denominación, la orfebrería del traje, el sombrero y su origen campesino en la doma hípica y crianza bovina. Es decir, que a México nos llegaron las tres distinciones salmantinas: a la Universidad de México (la Real y Pontificia de 1553), se le otorgaron los mimos privilegios y facultades que a la de Salamanca; aquí el barroco arquitectónico y la pintura renacentista en la época virreinal nos dio la riqueza en 300 años de creación artística. Adoptamos la fiesta brava y en nuestro país se han dado grandes figuras del toreo. En suma, Salamanca puede ser nuestra Alma Mater (madre nutricia), en varios sentidos.
Y para el gusto literario, Salamanca nos recuerda la novela picaresca en el anónimo Lazarillo de Tormes, crónica de un puente, una escultura taurina y un duro castigo al muchacho que conducía al astuto ciego. También, desde luego, al impecable Licenciado Vidriera, novela ejemplar de Cervantes que exhibe los excesos de la perfección, la pulcritud y la honradez: ejemplos de fragilidad en un mundo de visiones torcidas y de corrupción. En el Quijote destaca la figura de Sansón Carrasco, bachiller de Salamanca, que contribuye al rescate de la locura a Don Alonso Quijano y como argumento para mostrar la brillantez de su Universidad.
Visitar Salamanca, adentrarse en sus callejones, bares, cafés, museos, templos, bibliotecas, facultades y apreciar ese conjunto de estética visión, nos ayuda a reconocer nuestro origen cultural y la formación de una nación otrora grande, rica y culta.

 

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