¿Regular protestas o frente común?
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Opinión

Editorial

¿Regular protestas o frente común?

 


Ante la situación de caos y anarquía que vivimos la semana pasada y con más de sesenta bloqueos sólo en lo que va de noviembre, voces ciudadanas se han elevado para exigirle a la LXIV Legislatura del Estado, analice, discuta y, en su caso apruebe, una iniciativa con proyecto de ley, para regular las manifestaciones y se castigue conforme lo dispone la ley, en lo que se refiere a las afectaciones a las vías de comunicación y libre tránsito, a aquellos que persistan en los bloqueos. Si bien es cierto que en Oaxaca esto forma parte ya de la rentable industria del chantaje y que los mismos legisladores (as), han sido en su momento protagonistas de este abominable método, también lo es que la sociedad civil ya empieza a despertar, como lo comentamos en este mismo espacio editorial.
Desde hace al menos tres trienios se ha insistido en el tema. Pero a nuestros (as) flamantes legisladores (as) sólo les interesa el dinero, “el pago por evento” y obtener recursos de manera ilícita, afectando el erario y poniéndose en evidencia ante su doble discurso. Es evidente que algunos de ellos, sobre todo los maestros que ahora despachan como legisladores y que resultan ignorantes del quehacer legislativo, se habrán de oponer a cualquier medida regulatoria. Hoy, en su cómoda posición de representantes populares ignoran la demanda ciudadana, cual si el cargo les fuera a tardar toda la vida. Es ello lo que conlleva a pensar que la lucha por los derechos humanos de los oaxaqueños, constantemente asediados por maestros, normalistas, sindicatos y organizaciones sociales, debe provenir de la misma sociedad civil.
Transportistas afectados en nuestras carreteras, concesionarios, trabajadores organizados y otros, debemos hacer un frente común para detener esta constante agresión a los derechos civiles. Ningún país, ningún estado o comunidad puede emprender la ruta del desarrollo acotado por manifestaciones y atropellos, cuyo único interés es el dinero público para llenar los bolsillos de políticos y líderes corruptos y venales. Ya es tiempo de que el comercio organizado en el Centro Histórico, los mercaderes del 20 de Noviembre o del mercado Juárez Maza, entre otros, hagan un frente común y defiendan su derecho a vender libremente. No más conformismo o la idea absurda y torpe, de que el gobierno o los legisladores les habrán de proteger o a salvarlos de los excesos de las turbas que comúnmente se adueñan de vidas y espacios.

Vialidad caótica

Uno de los grandes retos de las autoridades municipales, ha sido ordenar y regular el crecimiento desmedido cada vez más, del parque vehicular en una ciudad que fue construida en sus orígenes para ser disfrutada por sus habitantes. Es cierto que el aire provinciano de nuestra capital y de otras ciudades intermedias del interior del estado, ha cambiado sustancialmente.
Sin embargo, nuestra capital ha crecido de manera anárquica, sin control ni regulación alguna. Es impresionante aún hoy en día, la creación de nuevas colonias; de nuevos asentamientos, los cuales exigen servicios, que las autoridades capitalinas deben proporcionarles, salvo hacerse acreedores a protestas o boicot a las sesiones de Cabildo.
La vialidad es pues uno de los talones de Aquiles, que se advierte más compleja porque uno de los vicios más arraigados entre la ciudadanía, la doble fila, no es castigada como corresponde por el Reglamento de Tránsito en vigor. A ello hay que agregar la tendencia a apartar lugares, no sólo el respeto a las entradas a cocheras –al que suponemos cada ciudadano tiene derecho- sino a poner cajas, huacales, botes de plástico y hasta cintas, con el letrero de “ascenso y descenso” o simplemente la potestad de los propietarios para utilizar de manera privada dichos espacios. Al inicio de la actual administración municipal, por la madrugada, como delincuentes, brigadas del gobierno local, se dieron a la tarea de borrar las delimitaciones que con pintura amarilla pusieron en el pavimento, propietarios de casas-habitación en la Colonia Reforma. Lo extraño es que las cosas se dejaron ahí. Jamás hubo una explicación pública para conocer los objetivos de dicha medida.
Otro de los factores es que en la capital se carece de estacionamientos. Y los que existen no son regulados en cuanto a tarifas por hora y pensiones. Lo oneroso de los mismos hace que todo mundo opte por estacionarse en la calle a costa de todo. Ha trascendido que en breve se pondrán en operación los parquímetros, que existen en muchas ciudades del país. Es posible que ello despresurice las calles de tantos vehículos estacionados, del uso del automóvil o la habilitación de estacionamientos públicos, a costos racionales. Hacen falta pues planes ambiciosos de regulación y desarrollo urbano. Se han hecho muchos, pero ninguno ha sido aplicado. O en su defecto, habrá que desempolvar algunos que contemplan no sólo la ciudad sino la zona metropolitana.