Abono a la pobreza
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Opinión

Editorial

Abono a la pobreza

 


Las intensas lluvias de los últimos días, producto de la tormenta tropical “Narda”, fustigaron duramente nuestra red carretera estatal y diversas comunidades de la Costa oaxaqueña. En menos de 24 horas se hicieron visibles los efectos del siniestro en la vía 200, Salina Cruz-Pinotepa Nacional, con cortes carreteros. Una situación similar se dio en la vieja carretera Ciudad Alemán-Puerto Ángel, en el tramo comprendido entre Miahuatlán de Porfirio Díaz y Pochutla, una zona proclive a deslaves y derrumbes. Los daños se hicieron evidentes asimismo en Santa Catarina Juquila, en donde los deslaves provocaron situaciones de emergencia. Sin embargo, en donde el Ejército Mexicano tuvo que aplicar el Plan DN-III, fue en Juxtlahuaca, con daños considerables a la población civil.
Desde el sábado 28 por la tarde las lluvias se precipitaron con fuerza en la región del Istmo de Tehuantepec, generando una serie de daños, aunque no en comparación con otros años, cuando los desbordes de ríos y afluentes han provocado derrumbe de puentes y tramos carreteros. El domingo pasado, en la zona de Matías Romero, se registró el desbordamiento del Río Malatengo, que ya es común que rebase su cauce ante cualquier lluvia. Se trata en este año de los primeros embates de siniestros de la temporada de huracanes y tormentas tropicales.
Sin embargo, el título de este editorial se refiere a que la naturaleza se vuelca sobre territorio oaxaqueño cuando ni siquiera ha sido posible reparar los daños de 2017. Hay que recordar que no sólo padecimos los sismos de septiembre de ese año, sino que previamente sufrimos de sequía e inmediatamente después, la fuerza de las lluvias torrenciales que dañaron una centena de tramos carreteros de la red estatal. Esto es, sobre nuestra ya conocida pobreza presupuestal, el gobierno estatal, más allá de los recursos de fondos de emergencia como el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), tiene que hacer uso de presupuestos adicionales para reparar las afectaciones y la población pueda volver a la normalidad. En otras palabras: ni bien salimos de una y ya entramos en otra. Y aquí no hay marcha atrás, pues la ciudadanía debe tener el apoyo gubernamental, aunque como hemos visto en los últimos años, lo perdido ya será muy difícil recuperar. Esperemos que en los próximos días no nos siga lloviendo con tal intensidad, incrementando el número de damnificados.

 

Hospitales en aprietos

Una avalancha de críticas despertó en las redes sociales un escrito de directivos del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, en el que afirman que su área de urgencias ya no atendería a pacientes enfermos de dengue, ante la llegada masiva de los mismos, sin tener la capacidad técnica y profesional, mucho menos la cantidad de camas para hospitalización de los mismos. Si bien las autoridades de los Servicios de Salud enviaron posteriormente un boletín, conteniendo una especie de desmentido, lo cierto es que el daño ya estaba hecho. Se anunciaba en redes el colapso de los servicios de salud, al menos en el nosocomio citado.
Para quienes conocen el Hospital Civil, no es nada nueva esta situación. Ahí acuden a diario cientos de oaxaqueños de escasos recursos que, muchas veces, y ante las carencias que enfrenta el citado hospital, son atendidos a medias. Saben asimismo, que ahí se ha incubado una gran corrupción. Hace años en EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, documentamos el caso de una red de trabajadores, desde camilleros hasta de limpieza, que vendían los espacios de hospitalización, es decir, el derecho a tener cama y “estar en piso”. Se han dado casos de tráfico de influencias, a través de las cuales algunos médicos, faltos de ética, canalizan a sus pacientes a sus consultorios u hospitales particulares.
Sin embargo, hay algo que no podemos negar y son las grandes deficiencias que hay en el citado hospital. Se ha ampliado una y otra vez; los trabajadores han protestado por las carencias muchas veces, pero los remedios que se le han otorgado son insuficientes para la cantidad de pacientes que reciben al día, para las necesidades apremiantes que van creciendo. Hay quienes opinan que debe construirse un nuevo hospital, que permita liberar al citado de tanta carga de trabajo y responsabilidades. Pero tal parece que nada de ello ha calado hondo en el ánimo de las autoridades.
Hay que recordar que el segundo día de la administración de Alejandro Murat, éste visitó el referido nosocomio. Se dio cuenta que no había recursos ni para alimentar a los enfermos. Las cosas, en realidad, no han cambiado mucho. Las baterías se echaron hacia atrás para culpar al anterior gobierno. No obstante, ese argumento ya no es válido entre los oaxaqueños, a casi dos meses de cumplirse el tercer año de la actual administración. Echarle la culpa al de atrás pues, ya no cuaja en el ánimo colectivo.