Inicia período vacacional
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Editorial

Inicia período vacacional

 


A partir de ayer viernes inició el período vacacional de Semana Santa. Por tanto, más de un millón de alumnos de los diversos niveles escolares están hoy mismo en sus días de descanso. Nuestra capital como los destinos de playa del estado, particularmente Huatulco y Puerto Escondido, empiezan a registrar el arribo de miles de visitantes del país o el extranjero, con el consecuente efecto de atiborrar hoteles, restaurantes y dejar una derrama económica que habrá de beneficiar a un sector importante de la sociedad que se dedica a la industria sin chimeneas. En Oaxaca, a diferencia de otras ciudades o estados del país, no existe una cultura para la atención al turismo. Aquí se permiten toda clase de abusos, es decir, no hay mecanismos de sanción o control sobre la mala atención a los visitantes y, a veces, ni siquiera mecanismos de información, como en otros destinos en donde al llegar el pasajero por vía aérea o terrestre, empleados (as) de las dependencias estatales o municipales les entregan folletos o manuales sobre qué lugares visitar o a dónde ir en esta temporada. Igualmente con los módulos de atención, que previamente deben haber sido instalados en lugares estratégicos de arribo.

A partir de hoy, deben reforzarse los mecanismos de vigilancia en calles citadinas, destinos de playa y carreteras. Las vías terrestres oaxaqueñas no son las más seguras. Instrumentar asimismo mecanismos de disuasión para aquellos que acostumbran tomar las casetas de cobro y extorsionar a los automovilistas. Ya es clásica la eterna postal oaxaqueña de grupos de no más de veinte personas que para resarcirse de sus problemas económicos se dedican a exigir cuota en las casetas de peaje. No sólo representa una mala imagen sino es la expresión de un pueblo sin ley, porque como ya hemos comentado en editoriales anteriores, se trata de un robo impune. Por otra parte, no está por demás que se atienda el problema de la inseguridad en la capital, no hay que olvidar que ladrones y bandas locales hacen en los períodos vacacionales de las suyas, con robos de auto partes, baterías o simplemente cristalazos. Miles de visitantes suelen acudir a los mercados a comer o comprar artesanías u otros. Ahí, solapados por los mismos mercaderes, operan delincuentes que hacen del atraco algo cotidiano, pues roban lo mismo bolsos que aretes; pulseras que celulares.

Y los ambulantes… como si nada

Llegó la temporada vacacional y el problema del comercio en la vía pública está en un punto muerto: ni para atrás ni para adelante. Ahí están miles de comerciantes invadiendo los pasos peatonales, banquetas y parques públicos sin que las autoridades municipales, salvo promesas burdas, hayan movido un dedo para resolver aunque sea de manera parcial, dicho rubro. Es evidente la apatía del ayuntamiento de la capital y la falta de voluntad política para darle a la ciudadanía oaxaqueña la satisfacción de devolverle los espacios que hoy mismo le son regateados tanto por la mafia que controla el ambulantaje, como por los triquis supuestos cautelados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o los indigentes que se han apropiado del zócalo de la capital. Vamos para el cuarto mes de gestión del edil Oswaldo García Jarquín y no se advierte por ningún lado que la solución a dicho problema haya avanzado un ápice, no obstante las protestas y quejas de los empresarios del Centro Histórico que han visto mermadas sus ganancias y muchos, hasta han tenido que cerrar sus negocios. Comentan que el directorio de comerciantes en la vía pública lejos de reducirse se ha incrementado de manera exorbitante en los últimos meses.

En las redes sociales hay quienes llevan un recuento puntual de los nuevos puestos que han ido apareciendo y que al parecer los inspectores no ven o no les conviene ver. Lo mismo se venden jugos que churros; licuados que fruta picada, sin mecanismos de higiene. Igual se expenden papas fritas que donas y cientos de productos más, para cuyos propietarios lo único que requieren es una mesa pequeña y apropiarse del lugar que les plazca. Las luces de alerta para este problema han sido encendidas desde hace mucho: si se sigue permitiendo la instalación de más negocios, en breve no habrá manera de controlar la situación, la cual se habrá de convertir además en un foco de inseguridad y violencia. Para el Cabildo de la capital pareciera ser que se está jugando con fuego, como si permitir la invasión burda del centro de la ciudad estuviera en los parámetros de la política populista que se ha convertido en moda. Hasta el momento, se ha actuado como irresponsabilidad para resolver este lacerante tema que amenaza ya la estabilidad económica de la capital oaxaqueña. Por lo pronto, ahí tenemos una imagen triste y deplorable del zócalo, la Alameda y en general, del Centro Histórico.