Protesta incesante
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Opinión

Editorial

Protesta incesante

 


No hay un solo día en que los oaxaqueños podamos gozar en plenitud las libertades que nos otorga nuestra Carta Magna. O son marchas o bloqueos; toma de oficinas o terminales de autobuses. Ayer lunes se cumplió la amenaza del Frente Popular Revolucionario (FPR), una organización conocida por su beligerancia y violencia, de marchar del Crucero del Aeropuerto al zócalo de la capital. Quienes están identificados como sus dirigentes, Germán Mendoza Nube y Macario Otalo Padilla, exigen recursos y la satisfacción de sus demandas. Nos preguntamos: ¿y a ellos quién los designó o con qué potestad se asumen representantes de comuneros, obreros o campesinos, que exigen al gobierno dinero para obras u otras cosas? Se trata de un organismo que adopta posturas violentas, de destrucción y provocación. Para darse una idea del nivel de fanatismo en sus filas, sólo hay que ver quiénes son sus íconos y fuentes de inspiración: Carlos Marx, Federico Engels, V.I. Lenin y José Stalin. Éste último, sólo quien no conoce la historia puede tenerlo como modelo a seguir. El FPR tiene una vertiente en el magisterio afiliado al Cártel 22, conocido por su beligerancia y radicalismo enfermo: la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

Lo que no ignoran los dirigentes –pero fingen demencia- es que en el modelo del gobierno de la “Cuarta Transformación”, así como lo ha establecido el presidente Andrés Manuel López Obrador, los apoyos al ciudadano o a la comunidad deberán ser directos y sin intermediarios. De esta suerte, si el gobierno de Alejandro Murat asume una postura similar, existe la certeza de que este cáncer social de cerca de 400 organizaciones sociales que existen en la entidad y perviven de la limosna oficial, puede tener una muerte súbita. No hay recursos para estirar la mano, tampoco habrá temor en amenazas como las que están acostumbrados a desplegar, vía chantaje. No hay que omitir que si bien en términos de disuasión, el Ejército Mexicano ha instrumentado operativos para mantener el orden y la gobernabilidad. Los oaxaqueños hemos levantado la voz una y otra vez, en nuestra exigencia de que queremos vivir en paz. Ya basta de tanta agitación, de marchas, bloqueos y atentados en contra de la civilidad y la convivencia social. El FPR ya lo hemos visto, está metido en diversas comunidades azuzando la violencia y los actos fuera de la ley.

No retroceder vs ambulantaje

Ayer, al filo de las 5 de la mañana, el gobierno de la ciudad de Oaxaca de Juárez, a través de la Policía Municipal, desplegó un fuerte operativo para desalojar puestos fijos y semi-fijos de las calles de Ricardo Flores Magón en el Centro Histórico de la capital. Como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, en franco reto a las disposiciones del ayuntamiento citadino, el comercio en la vía pública, distribuido en decenas de organizaciones cuyos dirigentes se han perfilado como los propietarios de los espacios públicos en el terreno urbano, siguen empecinados en ocupar calles y banquetas. Azuzados, sin duda alguna, por partidos políticos y organizaciones de este tipo, han desplegado incluso acciones de provocación y violencia, cada que el gobierno citadino ha buscado desalojar los espacios que ocupan de manera ilegal. Hasta el mediodía de ayer se sostenía una mesa de diálogo para buscar solución a esta problemática, habida cuenta de que cada día aparecen más y más puestos en la vía pública, lo que hace suponer que no existe ni de parte de los dirigentes y menos de las autoridades, un directorio o censo de cuántos comerciantes están en el casillero correspondiente a la vía pública.

Lo cierto es que el tema del ambulantaje, que trae consigo otros problemas más graves, como es el control que sobre los mismos ejercen grupos delictivos o sindicatos del transporte, se está convirtiendo en una bola de nieve que de dejarse crecer, será en breve algo que nadie podrá detener. Hace al menos un mes vimos la reacción violenta de algunos dirigentes que, palo en mano y arropados por taxistas y moto-taxistas del Sindicato “Libertad”, frenaron el propósito de la Policía Municipal de desalojarlos. Es más, argumentaron que tenían derecho a ocupar calles y banquetas. Gracias a la prudencia de las autoridades municipales se suspendió el operativo, pero ello abrió la puerta para que se invadiera con más puestos, nuestro Centro Histórico, haciendo del mismo, un espacio de anarquía y complicidades peligrosas. La imagen que ello representa ante el turismo nacional y extranjero que nos visita es deplorable. Ahora sólo falta que el gobierno estatal recurra a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para acabar con la impunidad de Lorena Merino y sus tres triquis cautelados, que se sienten intocables. Hay que limpiar nuestras calles sin miramiento alguno ni inclinaciones para beneficiar a nadie.