Después del jolgorio
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Editorial

Después del jolgorio

 


Una vez transcurridos los festejos decembrinos, nos enfrentamos a la cruda realidad del sobrevivir. Hay entre la ciudadanía molestia y desencanto. Finalmente la promesa de campaña que conquistó el voto popular, como fue que no habría más aumentos en el precio de la gasolina resultó un fiasco. Seguimos siendo un pueblo al que cualquier discurso demagógico convence y enajena. Un pueblo que admite con estoicismo, que las promesas de campañas políticas no se cumplan; que haya engaños y ficciones, de las que todo mundo –sobre todo en la política- se encoja de hombros. Con certeza vendrán nuevos incrementos, ideas descabelladas y torpes; aumento en los niveles de desempleo; cada vez un país más inseguro para vivir, porque en el mes y días que lleva el nuevo gobierno federal, las ejecuciones no han cesado. Y Oaxaca es un ejemplo de ello. Cerramos el año con más de mil 800 homicidios dolosos, de los cuales –tal como lo publicamos hace unos días- cerca de mil 100 son ejecuciones. No obstante, en las estadísticas nacionales, nuestra entidad sigue como segura, lo que ha hecho a los responsables de dicho rubro, dormirse en sus laureles y tratar de sorprender a los oaxaqueños, con información superficial.
Sin duda el asesinato del edil y síndico de Tlaxiaco son un referente. Y el 31 de diciembre hubo un caso: un par de sujetos a bordo de una motocicleta penetraron hasta las oficinas del ayuntamiento de Matías Romero para asesinar a un ex policía, el cual –se dice- había exigido y protestado días antes, porque no le habían pagado su aguinaldo. El pago, literalmente, fue con plomo. Este municipio, plagado de delincuentes dedicados al robo de gasolina, se ha convertido casi en el tercer lugar a nivel estatal de asesinatos y ejecuciones. Las vendettas entre bandas dedicadas a este rentable negocio, han instaurado ahí su ley. Dichos ilícitos se cometen en plena luz del día y en la vía pública. Este municipio, junto con otros como Santa María Petapa, San Juan Guichicovi y agencias vecinas, enfrentan hoy en día un clima de creciente inseguridad que, de seguir así, no hay duda que en breve estarán como Tuxtepec o Juchitán. Sin embargo –insistimos- no existe en el gobierno estatal una política de seguridad que involucre a los cuerpos policiales en la tarea de salvaguardar la seguridad y la vida de los ciudadanos, quienes están cada día en la peor indefensión. Pese a los reclamos, a las quejas e insistencia de los diversos sectores sociales, se sigue manteniendo a la tríada que maneja la seguridad estatal, sin más.

Urgen nuevos aires

Los resultados están a la vista. En Oaxaca no hay obra pública. He ahí el reclamo de empresarios de la construcción y organismos de profesionistas, ingenieros civiles, arquitectos y otros. Es decir, en dos años, la administración de Alejandro Murat Hinojosa en ese rubro, no ha dado resultados. Para justificar dicha situación hay un argumento muy socorrido: no hay recursos. El antiguo régimen dejó en ceros la administración pública y por ello, la culpa la tiene el de atrás. Pero en el tercer año resultará una torpeza si no es que una estupidez, seguir culpando al pasado de lo que no se ha hecho. Por lo que se ha publicado, el Congreso de la Unión autorizó para Oaxaca, en el ejercicio 2019, un “presupuesto histórico” de 108 mil millones de pesos, en tanto que el Congreso local, en un acción inédita, en donde los (as) 42 diputados (as) locales, aprobaron por unanimidad, el proyecto de Presupuesto enviado por el ejecutivo estatal, por más de 69 mil millones de pesos. Bajo esta perspectiva, ¿seguiremos con el argumento de que no hay recursos para emprender un ambicioso programa de obra pública? Consideramos que ya es tiempo de darle a la administración estatal nuevos aires y no seguir con la misma pasividad que le ha caracterizado hasta hoy.
Sin embargo hay otros rubros en los que estamos por la calle de la amargura. Uno de ellos es salud. Si bien es cierto que el gobernador Murat Hinojosa ya suscribió el acuerdo por el cual se habrán de federalizar los servicios del estado, lo cierto es que mientras ello se concreta seguimos estando a la zaga de los parámetros nacionales, pero eso sí, en primerísimos lugares en los casos de muerte por influenza, hepatitis y dengue. Ello implica que también debe haber inversión para darle nuevos aires a esta importante área. Se sabe que hay cientos de obras hospitalarias que se realizaron en el pasado pero que se quedaron a medias. No hay recursos ni para concluirlas, mucho menos para ponerlas en operación. El argumento es el mismo y ya consabido: no hay recursos. Es más, en la actual administración no ha habido recursos ni para el cumplimiento del gobierno estatal de sus compromisos laborales. Hay que preguntar hoy mismo y hubo trabajadores que no han recibido su aguinaldo. Son situaciones inéditas que jamás habían ocurrido, lo que refleja en cierto sentido, un desorden administrativo y mal manejo financiero.