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Editorial

Investigación a fondo

 


Las causas del desplome del helicóptero Black Hawk de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), que se desplomó el pasado viernes 16 de febrero, al filo de las 22:30 horas, que provocó la muerte de 13 personas y heridas a 15, debe ser motivo de una investigación imparcial, despojada de prejuicios, limpia y llana. Si se trató de una imprudencia, de la falta de protocolos de navegación aérea nocturna y otros, todo ello debe ser develado por expertos en la materia y la Procuraduría General de la República (PGR). Sin duda alguna no será tarea fácil, habida cuenta de los señalamientos que se han hecho, de los cuales sólo las mentes dolosas señalan al gobierno estatal. No hay que soslayar que el mismo sábado, luego de recorrer la zona afectada y el lugar del siniestro, el General Salvador Cienfuegos Zepeda admitió la responsabilidad de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en el accidente. Lo menos que pueden hacer hoy los gobiernos estatal y federal, es brindar apoyo y sin duda indemnizaciones a los deudos, conforme lo dispone la ley.

Ello, por supuesto no atenúa la investigación colegiada sobre este hecho lamentable e inédito, pues visto en perspectiva, el gobernador Alejandro Murat; el titular de la Secretaría de Gobernación, Alfonso Navarrete y demás funcionarios, salvaron la vida justamente por las camionetas en donde viajaban o pernoctaban las víctimas, que evitó una precipitación en plena tierra. La Dirección de Aviación Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) debe proceder de inmediato, a la tarea de detectar fallas en las aeronaves de las Fuerzas Armadas que, cada día, nos dan nuevas sorpresas. El sábado pasado se realizó en Santiago Jamiltepec una misa de cuerpo presente para honrar a las víctimas, entre mujeres, hombres y menores de edad. Esta antigua comunidad costeña llora a sus víctimas, pero más deplora la forma tan extraña en la que perdieron la vida, cuando un pesado aparato militar les cayó prácticamente del cielo y en plena oscuridad. Si fue protagonismo, imprudencia u órdenes encontradas hacia los pilotos, la investigación tendrá que develarlo. Lo paradójico es que no fue el sismo quien le quitó la vida a esas personas, sino un lamentable error humano que, por fortuna, no cobró mayores víctimas, pues los funcionarios simplemente salieron ilesos, lo cual también es en verdad, milagroso y providencial.

¿Y la reforestación?

El paisaje que se ve en ciertas áreas de la ciudad en donde fueron derribadas decenas de viejas palmeras, luce desolador. En avenidas concurridas como es Manuel Ruiz, en la populosa Colonia Reforma, fueron cortadas al menos diez. En efecto, como dijimos hace algunos meses, dichas palmeras ya habían cumplido su ciclo de vida, pero es más, fueron prácticamente abandonadas a su suerte, pudiendo las autoridades salvarlas si las plagas que las afectaron, se hubieran combatido a tiempo. Un caso similar ocurre con las jacarandas de la calle de Las Rosas, que han sido derribadas justamente cuando la plaga se las había acabado, sin que los enérgicos salvaguardas de la ecología citadina –que están pendientes de cualquier árbol que se derriba- hayan dicho algo al respecto. Es decir, es la abulia lo que está dejando nuestra ciudad sin flora, pues jamás se ha visto que haya alguna política para reforestar o siquiera recuperar un poco el patrimonio natural perdido, por abulia ciudadana o soslayo de las autoridades. Nos preguntamos: ¿qué les habremos de dejar a nuestros hijos (as) con una ciudad que a menudo es presa del vandalismo y la desidia?

La tarea es de la autoridad municipal. Reponer a la brevedad las especies que han sido cortadas y cuyos tallos son visibles. En algunas avenidas, como por ejemplo la Calzada Niños Héroes de Chapultepec, los troncos de algunos eucaliptos que hace tiempo fueron víctima de la moto-sierra, fueron en su momento aprovechados por ciertos artistas que hicieron de ellos obras de arte. En algunas avenidas como Amapolas, hay ejemplares de ese tipo. Algo que la Regiduría de Ecología ha olvidado es que se requieren técnicos que revisen de manera periódica los árboles que nutren de oxígeno a la ciudad. Tratar a aquellos que presentan síntomas de enfermedad y podarlo cuando la temporada lo amerite. Las especies vegetales deben ser objeto de cuidado permanente para evitar que especies que tienen cien o más años, pierdan su lozanía y se conviertan en un peligro para pasajeros, automovilistas o transeúntes. Llama la atención que grupos como el Patronato pro Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (PRO-OAX), no haya dicho de esta afectación al paisaje urbano, ni esta boca es mía. Sólo aquello que tiene impacto político o mediático es lo que les llama la atención. Parecen no reparar en cosas triviales y mundanas.