Construcción del templo de la Villa de Oaxaca
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Construcción del templo de la Villa de Oaxaca

 


El templo de la Villa de Oaxaca del Marquesado del Valle, lo construyeron los franciscanos descalzos entre 1535 y 1550, es decir en la primera mitad del siglo XVI. Es un templo modesto, sencillo —al estilo de San Bernardo— que nada tiene de la soberbia, poder y riqueza que acostumbraban, en nombre de Dios, exhibir los dominicos; si lo hubieran hecho, ahora tendríamos una joya arquitectónica. Por la importancia de El Marquesado, el templo debió ser de los primeros en construirse.
En 1550 los dominicos comenzaron formalmente su labor misionera entre los indios, fundando doctrinas en la Villa de Santa María Oaxaca, también proveyeron de personal al monasterio de San Pablo, que administraba los sacramentos a los indios de la parroquia de la Villa de Santa María Oaxaca; permanecieron al frente de la mayoría de las parroquias indias del Valle hasta mediados del siglo XVIII, cuando abrieron paso al clero secular.
En 1610 se confirma que ya existía el templo, según se desprende del contenido de la Cédula Real del 9 de junio de 1623, que ordena, a la Real Audiencia y al virrey, conservar el orden establecido entre franciscanos, dominicos y agustinos; curas doctrineros de Santa María, del Rosario y San Sebastián.
Vivían tantos oaxaqueños en México que fue necesario construirles la capilla del Rosario, especial para ellos; la capilla era administrada por los dominicos. Los curas se disputaban la administración de los sacramentos.
Se refiere a curas doctrineros, franciscanos de Santa María del Marquesado, que reclamaban la administración de los sacramentos a los zapotecos, mixtecos y otros de Oaxaca, residentes en México ya que vivían, en territorio sujeto a su jurisdicción —Marquesado— y por lo tanto, les correspondía a ellos. Los españoles, por lo único que se pelearon siempre entre ellos —soldados, civiles y curas—, era por el reparto del botín.
De esta Cédula Real se desprenden dos cosas importantes; que el templo de Santa María Oaxaca del Marquesado ya existía en 1610 ya que se refiere a franciscanos doctrineros de Santa María —del Marquesado— y la otra es que era administrado por franciscanos.
En Oaxaca, la única causa de deterioro de los templos eran los temblores y el de Santa María debió haber sentido sus efectos, sobre todo el del 23 de agosto de 1696 ya que el filántropo portugués Manuel Fernández de Fiallo pagó la reparación del templo y la casa cural, en unión del franciscano Antonio Eugenio de Ybarra, 1777, párroco de allí, por lo que se conservan aún las esculturas de ambos en la portada de este templo.
Desde la intervención francesa —1865— están perdidos los primeros libros de actas de cabildo y fueron robados el escudo, la cédula de la fundación de la villa de Antequera y la de erección de esta en ciudad; Gay dice que vio y tuvo en sus manos los documentos amarillentos que no pudo rescatar de manos de la plebe.
Cuando hicieron la traza de la ciudad de Oaxaca, trazaron dos salidas, la del istmo y la de El Marquesado. El mismo arquitecto trazó el templo de Santa María Oaxaca de El Marquesado.
El conjunto ocupa una manzana completa; al oriente se le quito al Cerro de El Fortín esa parte y es la razón de los desniveles que se acentúan más en la casa parroquial; el Templo ocupa una cuarta parte, otra cuarta parte la ocupa la casa parroquial y el atrio ocupa la mitad. El atrio y el mismo Templo, de acuerdo con la costumbre de la época, sirvió de panteón en la período de la Colonia y aun se pueden ver algunas lápidas frente a la entrada del Templo.
A principios del siglo XX, antecedía al templo el atrio cerrado por una barda de adobe terminada en chaflán, igual que la barda de la estación de ferrocarril; el muro tenía una altura de 1.70 mts.; tenía tres entradas, una frente a la puerta del templo y dos a ambos costados del templo; se empezó a derrumbar en 1953 en la parte suroeste; esto obligó a demoler toda la barda y dejar un atrio abierto por sus tres lados.
La arquitectura del templo pertenece al tipo de usado en las primitivas construcciones que hicieron los franciscanos después de la conquista. La fachada de sillares de cantería, con vista al poniente, está integrada por la portada y dos torres con campanario. La portada está dispuesta entre un paramento a manera de hornacina; su estilo tiene un tono clásico, con insinuaciones del barroco, dado por las líneas quebradas, roleos y relieves vegetales, aplicados en nichos, entablamentos y pilastras. Está compuesta de dos cuerpos y remate. El primer cuerpo tiene acceso central bajo un arco de medio punto sobre jambas con relieves geométricos; sendos pares de columnas de fuste estriado forman entrecalles que alojan nichos con dos esculturas, una de Manuel Fernández Fiallo y la otra de fr. Cristóbal de Ibarra. El entablamento, que lo separa del segundo cuerpo, está decorado con triglifos y metopas a la manera clásica. En el segundo cuerpo, dos pilastras estriadas flanquean un óculo octagonal decorado por un marco con relieves florales; a los lados de las pilastras hay sencillos roleos y jarrones clásicos. El remate es un frontón abierto con un nicho en su tímpano.
Las torres, de igual altura que la portada, ostentan los campanarios de un cuerpo, provistos de cuatro vanos de arco de medio punto, pilastras, cornisas, perillones y cupulines sobre tambor octagonal; estos últimos recubiertos de azulejo.
El interior es de una sola nave, con capillas laterales, cubierta por bóvedas de cañón corrido, de lunetos y bóvedas vaídas. El retablo principal y el de la capilla de la Virgen de los Reyes son los elementos más relevantes como obras de arte. El retablo de la capilla tiene elementos neoclásicos, terminados en madera chapeada.