Cafeticultores oaxaqueños entre el abandono y la roya
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Cafeticultores oaxaqueños entre el abandono y la roya

En 1997, la roya y el huracán Paulina devastaron las zonas cafetaleras de la Sierra Sur de Oaxaca; los campesinos emigraron y abandonaron sus tierras


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Al entristecerse por el recuerdo de la vasta zona cafetalera que fue este municipio y de la pérdida de la variedad pluma, el campesino Francisco Pérez Ambrosio decidió iniciar con un vivero, sin contar con apoyo gubernamental y así revivir la producción del aromático.

Sobre la carretera estatal se encuentra un letrero donde dice que se venden plantas de café Oro Azteca y otras especies, de las que son resistentes a la roya que hace años afectó cientos de hectáreas de la tierra que se encuentra entre la Sierra Sur y la Costa de Oaxaca.

Esta plaga y el huracán Paulina que azotó la zona en 1997, fueron devastadores y pusieron en crisis a la población que en más del 60 por ciento se dedicaba a esta producción y comercio.

“Los terrenos están abandonados, es pura mata nueva y algunos ya salieron de esta comunidad a trabajar en otros lados en búsqueda de nuevas opciones porque acá todo está tirado”, expresó
Alrededor del vivero hay algunos plantíos del café pluma, ese que llevó a la comunidad al nivel nacional e internacional por la comercialización.

Los árboles que sobreviven ya son viejos, en algunas hectáreas están llenas de bejucos que les impidieron el crecimiento y los ahorcaron.

Don Francisco señala que hay unos cuantos árboles del café pluma y otros más están intentando apostar con volver a sembrar aunque deben esperar entre 3 y 4 años para tener los frutos de esta plantación orgánica, ya con otras características.

En Candelaria la gente comenta que solo el hacendario Cándido Bustamante tiene 20 o 30 hectárea del Pluma, pero él con su dinero invierte para el mantenimiento y cuidado de que no le caiga la plaga.

Para sembrar el Oro Azteca, el campesino invierte 700 pesos en un kilo de semilla y de esa, pretende obtener dividendos para volver a comprar sus insumos.

 

No llega la ayuda gubernamental

Francisco decidió invertir sus pocos ahorros hace tres años en este vivero; en el 2018 enfermó y dejó la producción a un mozo quien no le echó ganas y las plantas se secaron.

En el 2019, el campesino quien hace más de una década llegó a sembrar todavía café y sacaba buena producción de una hectárea, decidió él mismo encargarse de las actividades para no tener tantas pérdidas.

En su terreno, tiene plantas del tipo Costa Rica y Oro Azteca por ser resistentes a la plaga, porque teme que de nueva cuanta se afecte y mueran.

Fue en el 2017 cuando decidió emprender esta actividad y para ello, ha pedido préstamos a sus vecinos, ha cambiado las plantas por plástico y va pasando el día con lo poco que va generando.
En 1997 cuando azotó el huracán Paulina a las costas del Pacífico Sur de México, Candelaria perdió su producción de café, guanábana y plátano; los productores tuvieron que migrar a otros trabajos yéndose a Pochutla, Puerto Escondido o la ciudad de Oaxaca.

La gente comentó que solamente algunos insistieron en trabajar su tierra y ese es el caso de Pérez Ambrosio.

“Recuerdo que cuando pasaron los desastres, el gobierno vino y también funcionarios a prometernos apoyos, pero nada. Yo estoy buscando que alguien de alguna dependencia, que dé algo porque necesitamos trabajar”, expresó.

 

Pérez Ambrosio no desea que le regalen ningún dinero, únicamente opciones de préstamos sin intereses porque su saldo positivo lo tiene que dar a quienes le proporcionaron el capital.
En esta comunidad, la pobreza se acentúa en sus agencias, así como en las rancherías, donde la gente llega a padecer de los víveres de la canasta básica porque la lejanía y falta de acceso les complica todo.

Y es que, los caminos a las comunidades colapsan en temporadas de lluvia y eso provoca niveles de alta y muy alta marginación para este municipio que cuenta con poco más de 8 mil habitantes.

“Somos campesinos y no tenemos dinero, sembramos una plantita para sacar para el azúcar y el frijol”, señaló Pérez Ambrosio.

En su caso, para empezar con su vivero, Francisco Pérez Ambrosio invirtió 250 mil pesos, dinero que obtuvo por medio de préstamos y va pidiendo a sus conocidos o a la caja cantidades de 20, 15, 10 o 5 mil pesos.

Tiene la esperanza de pagarlos cuando vaya vendiendo las plantas que tiene en el vivero que son más de 70 mil.

“Afortunadamente ahí se van vendiendo, a veces me encargan 4 mil piezas o más para sembrar en la tierra y retomar esta cosecha, porque a todos nos gustaría volver a ver nuestra zona llena de nuevo”, comentó.

Pero la inversión ha sido difícil, acude a pedir cuando ya no tiene para continuar e incluso llegó a intercambiar los materiales por plantas.

A un costado del Río de San Juan en este municipio de Candelaria Loxicha se encuentra este vivero que busca generar una esperanza devolver a incentivar la actividad del café que en años anteriores dejó buenos recursos y una esperanza de trabajo para cientos de familias.


aa

 

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