Botica “San Martín”; décadas curando los males de los capitalinos
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Botica “San Martín”; décadas curando los males de los capitalinos

La tradición de este espacio de conocimiento tradicional data de la década de 1930 cuando se estableció en el corazón de la capital


Botica “San Martín”; décadas curando los males de los capitalinos | El Imparcial de Oaxaca

La Botica San Martín forma parte de la historia de nuestra capital. Los bálsamos, los aceites y sus composiciones de antaño se conjugan con los nuevos productos que ahora se expenden en esta ”Verde Antequera”. 

Los oaxaqueños mantienen en su recuerdo aquellas lociones de vendían, nardo, de siete espíritus, y otros más que caracterizaron toda una época del Oaxaca del siglo pasado. 

“En esta Botica San Martín se queda la fama de todo lo de antes, de lo que vendemos, los bálsamos, los aceites, composiciones que hacemos, somos los únicos que las hacemos en la ciudad, eso es lo que nos ha ayudado a mantenernos estables”, destacó Alejandro Manzano Mondragón.  

Fundada por don Román Manzano en 1946, desde que abrió sus puertas ha ofrecido atención a todos los oaxaqueños en el corazón de la capital.

Hombre visionario, conoció las labores de la farmacia y ofreció los servicios indispensables como inyectar, aplicar suero, empezó como enfermero hasta lograr atender partos.

En esta capital trabajó con el doctor Canseco Landero frente a la iglesia del Carmen Bajo, que está sobre la calle Porfirio Díaz. Empezó a tener mucha experiencia y conocimientos de cómo diluir, como mezclar y cómo aplicar las plantas y remedios. Ahí preparaban los medicamentos y pomadas.

Puso su primera farmacia frente al teatro Macedonio Alcalá en 1932, y la farmacia San Juan de Dios, justo enfrente al templo del mismo nombre en 1938. 

Las boticas eran las antiguas farmacias, atendidas por maestros boticarios, que debían tener este título tras hacer un curso teórico-práctico y rendir un examen, entre los siglos XV, con los albores de la ciencia moderna, al siglo XVII. 

Fueron los monjes los primeros boticarios, junto a boticas públicas rudimentarias, donde se mezclaba la ciencia con la religión. 

Los médicos recetaban remedios, que eran preparados en las boticas, por los boticarios, en la parte trasera del establecimiento, haciendo las llamadas fórmulas magistrales, y luego las vendían en la parte que daba a la calle, que era la botica propiamente dicha. 

Hay una frase popular que se dice, cuando un comercio tiene un surtido amplio de mercaderías, que tiene “de todo como en botica” ya que, en las boticas españolas del siglo XVI, solían encontrarse todos los remedios que se necesitaban en la época.