Javier mató a dos delincuentes; defendía a su familia y los ahorros de 10 años de trabajo
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Javier mató a dos delincuentes; defendía a su familia y los ahorros de 10 años de trabajo

Javier mató a dos presuntos ladrones y se demostró que fue en legítima defensa; ante el miedo de una represalia él y su familia migraron a EU.


Javier mató a dos delincuentes; defendía a su familia y los ahorros de 10 años de trabajo | El Imparcial de Oaxaca

Luego de casi una década de trabajar en Estados Unidos, Javier regresó a México con su familia. Volvió a ver a su madre, padre y hermanos. Era un nuevo comienzo, que fue interrumpido de forma violenta por una banda de ladrones a cuentahabientes.

Javier quería abrir un negocio y acudió al banco para retirar sus ahorros. Su madre, quien era la titular de la cuenta, retiró más de 100 mil pesos. Salieron del banco, subieron a su auto y todo parecía normal, pero en el camino se dieron cuenta que estaban siendo perseguidos. Al llegar a su casa, fueron asaltados por al menos cuatro ladrones fuertemente armados, uno de ellos con una subametralladora.

“Mi hermano se bajó y forcejeó con el delincuente y por la corpulencia de mi hermano él ganó y, ¿cómo se podría decir? Mató al delincuente. Pero fue porque todos están coludidos, desde los bancos hasta personas que se dedican a robar”, cuenta Ernesto, hermano de Javier, en entrevista con Excélsior .

“Mi hermano forcejea con un delincuente, le quita el arma. Otro compañero del delincuente le empieza a tirar a mi hermano y mi hermano le empieza a tirar también con el arma que le quitó al otro. Eran dos delincuentes que estaban amagando a mi familia, una mujer que venía con ellos que trasculcó (registró) a mi mamá, para saber si ella tenía el dinero y suponemos que venía otro en vehículo, porque los venían siguiendo”, agrega el habitante de Ciudad de México.

El intercambio de balas duró varios minutos. Las balas de grueso calibre ingresaron a las casas de los vecinos. Pese al riesgo, Javier defendió a su familia. El saldo fue de dos asaltantes muertos.

Después del ataque, Javier fue detenido, pero no fue condenado a prisión porque las autoridades determinaron que su defensa fue legítima y proporcional a la agresión, protegió a su familia, hubo evidencia del dinero que le querían robar y al darse a conocer en los medios de comunicación, otras víctimas denunciaron que fueron asaltados por la misma banda. Estos supuestos se establecen en el Artículo 17 de la Constitución y en el Código Penal.

En opinión de Elisa Godínez Pérez, doctora en ciencias antropológicas, los fenómenos que tienen que ver con fenómenos de justicia por propia mano o defensa legítima, son medidas desesperadas que toma la ciudadanía, en un contexto de violencias estructurales.

“¿Por qué deciden hacerlo? ¿Por qué arriesgan su vida? Yo lo veo desde una manera, donde ya no tienen mucho que perder, en algunos casos. Y donde ven la oportunidad. En muchos casos, eso es una fracción de segundo, donde la gente nota que puede defenderse”, explica Godínez.

Pero no todas las personas que usan la legítima defensa corren con la misma suerte que Javier, sobre todo en un México donde, según datos del Inegi, 4 de cada 10 personas privadas de la libertad lo hacen sin tener todavía una sentencia.

En 2020, en Ciudad de México sólo 17 personas lograron demostrar las causas de exclusión del delito de homicidio culposo, de acuerdo con datos oficiales.

Ernesto Villanueva, investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, explica que cada caso relacionado con la defensa legítima es distinto, porque intervienen diversos supuestos, por ejemplo, que la defensa fue proporcional, que existía un riesgo inminente, entre otros.

“El proceso debería seguirse conforme a lo que establece la constitución de la ley, debe haber una carpeta de investigación, se debe investigar al responsable, escuchar su testimonio que acredite, en principio, su dicho de que fue en legítima defensa. Que tenga algún elemento: (el testimonio) del chofer del colectivo, o alguien, o si lo grabó, que tenga algunos elementos que le den verosimilitud a su declaración. Porque podría ser alguien que invoca la legítima defensa pero en realidad se está vengando de alguien, es tú palabra en contra del que no puede decir nada”, dice el jurista.

Ernesto narra que su familia atravesó un proceso complicado, pues “nadie desea matar”.

“Después de eso sí tienes como un trauma porque, como fue cerca de la casa, tienes miedo a que familiares  de los delincuentes tengan represalias. Tienes miedo a eso. Por ejemplo, mi sobrino seguía diciendo que los rateros iban a matar a su papá, o sea, no dormía bien, mi mamá no dormía bien. Mi familia durante un mes se retiró de la casa por miedo de alguna represalia de los familiares”, narra Ernesto.

Al no sentirse seguros, Javier y su familia se vieron obligados a migrar a Estados Unidos. Su proyecto de vida cambió por completo de un momento a otro.

Entre 2019 y 2020, más de 700 personas fueron asaltadas tras salir de una sucursal bancaria en Ciudad de México, pero realmente sabemos muy poco de cómo han enfrentado esa violencia.

Para la antropóloga Elisa Godínez la ciudadanía tiene que ser cuidadosa con la manera en que puede ver o aceptar la justicia por propia mano o legítima defensa como algo aplaudible, como algo valeroso, como algo bueno, como algo deseado.

“Es evidente que ahí hay un problema de inseguridad, pero también hay un problema social, porque la gente está empezando a aceptar como viable, está empezando a normalizar, el uso de la violencia para resolver conflictos y para resolver situaciones de inseguridad. Y yo no soy quien para juzgar a nadie, simplemente creo que en un país que lleva muchos años en situación de violencias muy crueles de todo tipo. Tenemos una epidemia de violencia. Tal vez para muchas autoridades esto sea lo menos importante de otras cosas, pero el problema es que nadie hace la labor pedagógica de decir: esto no debe estar sucediendo”, dice la doctora Elisa Godínez.

Pero para Ernesto, la justicia por propia mano a veces es la única salida en un contexto donde las autoridades no cumplen con su labor de garantizar la seguridad o de no juzgar conforme a la ley.

“Yo estoy a favor (de los justicieros o vengadores). Los delincuentes, ellos no piensan o no se tientan el corazón cuando te van a robar, o incluso cuando te van a matar. Porque a veces te roban y todavía te matan. Y estoy en contra de que Derechos Humanos protege más al delincuente que a las personas que vivimos bien o que tratamos de hacer bien las cosas y por defenderse o responder, eres acusado peor que un delincuente, estoy en contra de eso, y estoy a favor de que a veces se haga justicia por la propia mano”, agrega Ernesto.

Pero para Godínez, la ciudadanía tendría que exigir mejores autoridades y procesos judiciales.

“Yo creo que no está bien, de ningún modo. ¿Podemos intentar explicar el fenómeno? Sí ¿Podemos intentar ponernos en los zapatos del otro? Sí. Pero como sociedad, como medios, como profesores, sí tenemos que poner un alto, porque insisto, vivimos en un país suficientemente violento, como para que claudicamos y pensemos: ‘no, pues ya  hagamos lo que sea, porque nada pasa’. No, tendríamos que estar exigiendo cada vez más, que las autoridades hagan su obligación, que el sistema judicial se sanee, porque está muy podrido, tenemos que exigir, que nuestro horizonte sea ese”, agrega la antropóloga.