Crimen de lesa humanidad
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Toltecáyotl

Crimen de lesa humanidad

 


El primer encuentro entre la cultura anahuaca y la cultura española se dio en 1511, cuando un galeón naufragó en las costas de Chetumal, en medio de un huracán en su viaje de Panamá a Cuba. La historia es muy interesante y está narrada en la novela Los Sagrados Manuscritos del Jaguar Blanco, de mí autoría. Lo cierto es que Zazil Há y Gonzalo Guerrero, formarán la primera familia de esta invasión, sin embargo, Gonzalo primero se sensibilizó y civilizó en la cultura maya. En 1519, Cortés desde Isla Mujeres, manda a rescatarlo, Gonzalo no acepta incorporarse a la expedición y decide quedarse a vivir con su familia y su nuevo pueblo. Gonzalo llego a ser Nacom, capitán general de los ejércitos mayas y fue, quien los enseñó a luchar en contra de los españoles, con tan buenos resultados que la expedición de Francisco de Montejo, casi fue derrotada, de modo que tuvo que pedir apoyo a la corona para mantenerse, porque los mayas dejaron de luchar militarmente hasta 1697.

Lo que debe considerarse, es que cuando existe una fusión armónica y en equilibrio entre dos culturas, dialécticamente se crea una tercera, superior a las dos que la formaron. Este es el caso de Zazil Há y Gonzalo Guerrero, como personas y pueblo maya de ese tiempo y de ese espacio muy determinado. Sin embargo, la historia general de la invasión fue otra. Los españoles nunca tuvieron como meta la fusión con la civilización encontrada. Su accionar fue el sometimiento y la destrucción. No solo, porque esa es la cultura europea, fundamentada desde los griegos hasta la actualidad, en permanentes guerras, invasiones y explotación de pueblos, sino fundamentalmente, porque el Vaticano tenía la destrucción de la civilización del Anáhuac, como el principal objetivo de la invasión. Ya que debemos de recordar que, durante los diez siglos anteriores, el poder de la iglesia era justamente la ignorancia. La llamada Edad Media fue el imperio de la ignorancia y la persecución del conocimiento, lo cual generó poder del Vaticano, sobre siervos y señores. La civilización del Anáhuac, a pesar de estar en un periodo de decadencia en el siglo XVI, poseía niveles muy superiores de alimentación, salud, educación y organización, que los pueblos europeos de la Edad Media.

Los invasores de espada y crucifijo, destruyeron en la medida de sus posibilidades, todo lo que estuvo a su alcance, especialmente del patrimonio cultural tangible, pero el intangible, se mantuvo en asombrosa resistencia durante los siguientes cuatro siglos, hasta 1921, con la creación de la SEP. Básicamente por dos razones: porque los colonizadores estuvieron más ocupados y empeñados en la explotación y extracción de la riqueza, que en la destrucción civilizatoria. Y por la enorme corrupción que se dio en el Virreinato entre gachupines y criollos en contra de la corona. Madrid y la corte estaban muy lejos, el Virreinato era exageradamente inmenso y coexistían en un universo de intereses políticos, económicos y familiares de carácter regional y local.

Los gachupines y los criollos mantuvieron, desde el inicio de la invasión un enfrentamiento a muerte entre aquellos, que se creían dueños de las tierras ganadas por la fuerza y entre quienes llegaban de España, enviados a gobernar y administrar el Virreinato. Los criollos eran colonizadores de segunda y no podían acceder a los más altos cargos del gobierno, la iglesia, el ejército, y por supuesto la economía estaba en manos de los gachupines. La corona desactivó la última traición que pretendía realizar Cortés al asumirse como el rey de México. Le implantó un juicio de residencia, le impidió regresar al Virreinato y nunca lo recibió el rey. Para mantener sometidos a los criollos crearon el sistema de castas, asegurándose que jamás podrían tomar el poder.

Estas condiciones favorecieron una resistencia civilizatoria de parte de los invadidos-ocupados. Es necesario mencionar que muchos líderes de los pueblos, “se adaptaron” al nuevo orden colonial, asumiendo la evangelización por su cuenta, para incorporarse al nuevo orden colonial en un peldaño de poder. Un ejemplo de esta dudosa conversión fue el tlatoani zapoteca Cosijopi, quien fue bautizado como Juan Cortés y quien asumió con sus recursos, la construcción del templo y convento de Tehuantepec, y que, finalmente fue tomado prisionero de la Santa Inquisición por mantener a escondidas la religión ancestral zapoteca.

El Estado mexicano, desde 1824, ha negado la existencia de la civilización del Anáhuac. Para la ideología criolla solo existen los aztecas y Tenochtitlán, con sus 196 años de existencia. Para ellos, esa es su “historia prehispánica”, ignorando 9800 años de historia ancestral. Desaparecen los zapotecas, los mixtecos, los mayas, los purépechas y las demás culturas, para convertir a todos los ciudadanos de este país en mexicas-mexicanos-mestizos, con una sola lengua, una sola cultura, y una sola identidad. La insensatez de tratar de desaparecer a la civilización del Anáhuac, es un crimen de lesa humanidad, porque deja a un pueblo amnésico, ajeno a sí mismo, indefenso, vulnerable, y fácilmente explotable. Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. www.toltecayotl.org