LGBT+: Letras que siguen condenando (PARTE II)
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Sin cuentos chinos

LGBT+: Letras que siguen condenando (PARTE II)

 


Me hierve la sangre pensar cómo hemos transformado, y digámoslo, prostituido el término ‘normal’. ¿Quién nos dio la facultad de señalar al que se conduce con libertad como alguien que ‘no es normal? ¿En qué momento nos dejamos corromper a tal grado que nos permitimos distorsionar el amor y ver genitales en su lugar? Curioso cómo nos encanta abanderar causas en redes sociales, y compartir cuadros negros o arcoiris que legitimen de alguna manera que sí somos lo que ‘está cool’ ser. Liberales, tolerantes, pro matrimonio igualitario -claro, solo si es junio-. Pero cuando se acaba el hashtag, o termina el mes, volvemos a actuar bajo un paradigma que poco se alinea con lo que acabamos de retwittear o ‘predicar’. ¿A quién queremos engañar? 

De las más de 200 personas que se dieron tiempo de responder mis preguntas, el 92% dijo que se ha sentido discriminado alguna vez por tener una preferencia o identidad sexual distinta a la heterosexual, y de éstos, el 30% dijo que lo ha sentido ‘muchísimas veces’ en ambientes escolares, laborales o familiares.

Aunque el 76% afirmó que nunca le han negado la entrada a algún lugar, el 14% aseguró que cuando le ha ocurrido, ha sido en centros nocturnos. “En la cadena de un antro en el poniente de la Ciudad de México, el cadenero dijo que me veía muy ‘puto’ y que no me iba a dejar entrar” narró uno de los encuestados. 

Una minoría, el 7%, dijo que se les ha negado oportunidades laborales, sin embargo, a quienes les ha ocurrido, afirman que los argumentos se reducen a que su orientación sexual ‘no va con los valores de la empresa’ o bien, que el perfil que buscan requiere de más ‘autoridad’ que la que el ser homosexual emana. “En una ocasión quise pedir trabajo en una obra cerca de casa, pero me dijeron que no podían dármelo porque cargar bultos era cosa de hombres, no de jotos” explicó uno.

Ir a comer a un restaurante, salir de fiesta o caminar por el parque, actividades que para una pareja heterosexual refieren a una cita ‘ordinaria’, para el 65% de los encuestados que apunta haber sido agredido física o verbalmente por mostrarse como son, es un calvario. “Una vez estaba en un restaurante con mi novio, cuando un mesero llegó a nuestra mesa y nos dijo que unos clientes se estaban quejando de que nos estuviéramos agarrando las manos, que por favor guardáramos la compostura o se verían en la necesidad de obligarnos a retirarnos. Ocurrió una segunda vez y nos echaron. Cuando íbamos de salida, la mesa de a lado nos gritó ‘ehhh putos’”, relató otro de los encuestados. Los escupitajos, insultos, apodos, puños, cabezazos, entre otras formas de violencia, también fueron respuestas frecuentes.

La gran mayoría de los encuestados, considera imperativo que para crear una sociedad más justa en la que ellos tengan el lugar que merecen como ciudadanos y sobre todo, como seres humanos, se debe empezar por normalizar la enseñanza de diversidad sexual dentro de los colegios y las familias, pues son estas dos las esferas en donde reconocen, los desdenes son más frecuentes, más ‘permitidos’ y por lo tanto, más nocivos.

Lo más fuerte que me topé recopilando la información para este texto, no fueron los datos duros del Inegi o de la CNDH. Ni siquiera los porcentajes alarmantes que vislumbré en mi -humilde- cuestionario en línea; fueron las respuestas que dieron los encuestados cuando pregunté qué le dirían a su ‘yo’ de hace unos años, a ese que aun no descubría o no se atrevía a decir en voz alta que así era, y que estaba bien. “Acéptate, eres un ser humano igual que cualquiera”, se dijeron algunos. “Ser tu misma está bien, aun si los demás no lo entienden”, “Sé sincera contigo misma, no tengas miedo”, dijeron otros. “Sigue siendo tú, rompe esquemas, quiérete mucho, sí se puede”, “Ser tú no será fácil, pero valdrá la pena”. 

“Sé, simplemente sé” escribió uno/a más. 

En los últimos años, un número importante de colectivos, asociaciones y organizaciones, se han sumado para articular un discurso que cobije a la comunidad LGBT+ y les garantice un piso parejo en cuestión de oportunidades y derechos. Sin embargo, la CNDH reconoce aun retos importantes para hacer valer el Estado de Derecho y asegurar el desarrollo íntegro de quienes forman parte de este grupo, pues aunque existe el reconocimiento de sus derechos en un plano normativo, siguen pendientes políticas públicas que contemplen medidas y acciones dirigidas a la inclusión, prevención y erradicación de todo tipo de discriminación por orientación, identidad o cualquier forma de expresión de género.  

Si tú eres parte de la comunidad LGBT+ y estás leyendo esto, te pido perdón a nombre de todos los que hemos sido testigos de actos de discriminación o agresión, y no hemos hecho nada para detenerlos o denunciarlos. Te pido perdón porque México no es un país inclusivo. Se está luchando, se está caminando, pero mientras no seamos capaces de aceptar y comprender que nosotros, como sociedad, seguimos siendo responsables de perpetuar los estigmas y tabúes que tanto los han lastimado, estamos destinados a dar vueltas en círculos.

Si tú eres heterosexual y estás leyendo esto, recuerda que formas parte de una mayoría que por lo menos en este rubro, te hace privilegiado, y como tal, tienes en tus manos la posibilidad de construir un entorno que cambie la vida de muchas personas que hoy se sienten atrapadas o culpables por ser quien son. Está bien si te gusta ver la Cenicienta, solo que cuando la veas, ten presente que la historia original se publicó en 1634 y la adaptación de Disney en 1950, y aunque en ese entonces era inimaginable retratarlo, también había Cenicientas que no querían bailar con un príncipe sino con otra princesa, y estaba bien; y sigue estando bien. Porque al final del cuento, lo que los hizo vivir felices para siempre no fue su género u orientación sexual, sino la sintonía en la que sus almas vibraban, y esa, siempre irá más allá del cuerpo.  

“Cada vez que alguien es más honesto con su realidad, el mundo se vuelve un poquito mejor” – encuestado anónimo. 

Tw: @chinaCamarena


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