Los retos en la educación
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Los retos en la educación

 


Para nadie es ajeno que vivimos otros tiempos, una nueva era, en la que se abren grandes oportunidades a todo ser humano para desarrollar su potencial físico, mental, emocional y espiritual, en otra época donde no hay nada reservado solamente a privilegiados o quienes cuentan con posibilidades económicas. El final del siglo XX y el inicio del siguiente se distingue por esa transformación profunda que se gesta en la humanidad, que genera consecuentemente crisis en las sociedades y personas, pero muy pronto empezaremos a notar los resultados.

Hace unos días escuché una disertación del doctor Carlos Mancera Betancourt, presidente del Consejo Nacional de Participación Social en la Educación, quien abordó aspectos fundamentales de la reforma educativa que plantea un nuevo modelo acorde a los nuevos tiempos, sin perder nuestra identidad.

Para entrar en el tema, el directivo señaló que el mundo ha cambiado en las últimas décadas y México no se ha quedado atrás, por lo que es necesario ponernos al día. El sistema educativo no puede ser el mismo de hace cincuenta o treinta años, sino que necesitamos uno nuevo que responda a los retos del presente y tenga además una gran visión del futuro.

El sistema tradicional muy verticalista, que exigía de los mentores y alumnos un aprendizaje de contenidos más detallado, cumplió una etapa histórica y no puede ser ya esa educación la que forme a las nuevas generaciones en la creatividad, en el aprender a aprender, que le permita resolver los diversos problemas torales que se van presentando; que le dé elementos suficientes para convivir en una pluralidad cada vez más compleja.

La educación tiene que ser diferente para responder a las necesidades del siglo XXI y, cierto, queremos que nuestras hijas e hijos vivan en un mundo mejor y de acuerdo con el mandato constitucional, de que ningún niño de México quede sin los beneficios que representa la educación y a la cual tiene pleno derecho.

Mancera Betancourt invitó a los trabajadores de la educación y a los padres de familia a tener una participación activa y corresponsable en esta nueva época en marcha. No se le pide solamente a los primeros resolver los retos de la educación del XXI, sino que los padres de familia están convocados a desempeñar también una función de primer orden. Además de lo que vienen haciendo a la fecha con sus hijos, en adelante podrán hacer y opinar más en materia de educación de la que antes estaban vedados.

Se trata de un cambio profundo, en la opinión del ponente, y claro que por eso hay tantas resistencias porque toca intereses y condiciones de confort. No obliga a los educandos y alumnos a ese aprendizaje de contenidos detallado, pero sí a un aprendizaje clave, sólido, profundo, que lo capacite a ser creativo, crítico y participativo frente a los nuevos retos.

Como se trata de una educación integral, donde el alumno constituye la parte fundamental del proyecto, se considera también la formación personal a través de la autoestima, que el educando se conozca a sí mismo, que tenga un crecimiento sano para poder tomar decisiones que sean las mejores para sí y la sociedad, y lo prepara igualmente para la convivencia, es decir, a tener la capacidad de entenderse con otras personas en una sociedad compleja y con mayores demandas.

Lo que parece ser un sueño, ya se está trabajando de alguna manera en planteles oficiales y particulares, pero bien sabemos que hay resistencias de los que no aceptan cambios, los que no quieren dejar privilegios y se oponen a todo. Sin embargo, el cambio llegará como consecuencia de la misma dinámica social y educativa. Y más aún cuando los padres de familia se involucren más, cuando las autoridades municipales desempeñen mejor su función en el ámbito de la educación de los niños y jóvenes.

Reitero mi optimismo de que tras la crisis, el tiempo que dure, habrá un nuevo amanecer. Hay maestras y maestros de muy alta calidad profesional y humana que entienden los nuevos tiempos y los retos. Ellos harán los cambios, aunque los contreras sigan en sus intentos desestabilizadores.