La peor crisis global
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La peor crisis global

 


El martes pasado se realizó en el Congreso del Estado la firma del aval de la Carta de la Tierra, que compromete a las legisladoras y legisladores de Oaxaca a que en el momento de tomar alguna decisión en cuanto a iniciativas, proyectos y dictámenes relacionados con la naturaleza, cuiden porque se respete la comunidad de la vida y se mantenga la integridad de los ecosistemas, de los cuales dependen nuestras vidas.

En el acto al que asistieron diputados de distintas filiaciones políticas, el líder del Punto Focal en México para la Carta de la Tierra, Mateo Alfredo Castillo Ceja, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, dijo que actualmente estamos viviendo la peor crisis de nuestra civilización a nivel mundial: vivimos una crisis social, una crisis económica donde la brecha entre ricos y pobres en el planeta es cada vez más grande; una crisis ambiental donde la pérdida de las especies, los vegetales y animales están poniendo en riesgo la sobrevivencia de nuestro ecosistema y también una crisis política, donde se observan grandes debilidades en materia de gobernabilidad, con las amenazas constantes de los intereses particulares entre los países, que muchas se traducen en armas de destrucción masiva y junto con esta crisis política una de carácter cultural.

Señaló con preocupación que los efectos de la globalización intentan estandarizarnos a todos, a que dejemos nuestras tradiciones y nuestra identidad, lo cual nos genera conflictos pues nos mantiene en crisis por querer defendernos. Reconoció la lucha de los pueblos indígenas por recuperar su cosmogonía y Oaxaca es uno de ellos. Se refirió también a una crisis espiritual, en la cual estamos peleando desde nuestro interior.

Lo grave del caso, reflexionó, es que no sabemos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Si no entendemos la razón de existir como seres humanos en este planeta, reinventémonos como humanidad para hacer frente a los retos de este desarrollo en crisis, a través de propuestas como la de la Carta de la Tierra con 16 principios éticos.

Lamentó que ningún municipio del país ha inventariado sus servicios ambientales, ni sabe tampoco de dónde viene, de dónde se genera el oxígeno que respiramos, de dónde viene el agua que bebemos y usamos, de dónde vienen los minerales con los que nos alimentamos.

Si los tuviéramos inventariados, podríamos sugerir políticas públicas de conservación para mantener el equilibrio ecológico; sabríamos si un proyecto es justo social y económicamente, si es incluyente, si obedece a los intereses colectivos de la población y no solamente a los particulares. Necesitamos que los proyectos no generen violencia, que no nos enfrente a los seres humanos con los intereses particulares, sino que motiven la paz en el planeta y en México particularmente.

La carta suscrita nos comparte valores, como el respeto, la justicia, la integridad, la tolerancia, la paz, la compasión, que nos permiten impregnarnos para ejercer nuestra voluntad. Los valores se manifiestan en nuestras actitudes. Cada vez que tomemos decisiones tengamos este marco ético, el cual surgió en 1992 durante la Cumbre de Johansburgo y se lanzó oficialmente al mundo en el 2000, al que se adhirió el Estado Mexicano porque contiene los elementos fundamentales para alcanzar el desarrollo sustentable en nuestro país.

En la actualidad, 462 municipios del país se están sumando a este esfuerzo y también las organizaciones de la sociedad civil. Fue una iniciativa de las Naciones Unidas, pero la ha adoptado la sociedad civil, porque gobiernos van y vienen, y los ciudadanos son los que se pueden convertir en observatorios para estar articulando, no señalando ni juzgando, sino armonizando para evitar omisiones y acciones que impidan el desarrollo sustentable.

De ahí la importancia de que en Oaxaca se haya firmado este documento, el cual permitirá diseñar e impulsar un programa estatal de educación para el desarrollo sustentable. El Senado de la República aprobó un punto de acuerdo para pedir a la SEMARNAT y la SEP que formulen un programa nacional de educación para el desarrollo sustentable. La UNESCO participa en la instrumentación de este programa para sensibilizar y movilizar las conciencias de los seres humanos para que cambien de la manera de pensar materialista y mecanicista, a modelos de pensamiento más humanos, más solidarios.

Castillo Ceja está en desacuerdo con el lema que imprimió Naciones Unidas a la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, de conectar a los seres humanos con la naturaleza. Él sostiene que la expresión más cercana a la naturaleza es el cuerpo humano, porque éste depende del aire que respiramos, del agua que bebemos, de los minerales de la tierra, de la energía del sol y del amor que nos profesamos entre los seres humanos.

Entonces no tenemos que acercarnos a la naturaleza, sino estar conscientes del cuerpo que portamos, porque si mantenemos esta conexión y somos conscientes de los servicios ambientales, de los cuales dependen nuestro cuerpo, surgirá el compromiso de cuidar y conservar la fuente del agua, del aire, de los minerales y sobre todo la fuente del amor.

Invitó a limpiar la contaminación interna que hay en nuestro cuerpo, eliminando pensamientos que no nos ayudan a construir la sustentabilidad, sobre todo si están empañados por la envidia, la ira, el orgullo, la avaricia, por el ego. Si no lo hacemos, nunca vamos a poder generar procesos externos de construir el mundo que queremos.

En nombre de la comunidad mundial empobrecida, de los 6 mil niños que mueren diariamente de sed en el mundo y de los 18 millones de niñas y niños que dejan de ir a la escuela, porque son obligados a ir a buscar agua a cinco o diez kilómetros de distancia, pidió a los presentes sumarse a los grandes objetivos de la Carta de la Tierra.