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Pegatinas Reivindicativas

Faldas

 


Otra de las varias aristas que se deriva del caso de Paola, la estudiante de en San José Manialtepec, Tututepec, a quien se le ha negado la entrada al plantel por optar usar el pantalón del uniforme escolar en lugar de la falda -además de la ya analizada la semana pasada en este espacio (https://bit.ly/3G7QRjK)- es precisamente el uso de las faldas en entornos escolares.

Si usted es mujer, lo más seguro es que durante su educación básica tuvo la necesidad de usar falda en la escuela. Con excepción del día que era turno de la clase de educación física, la norma es que todas usáramos falda. Hoy, todavía esta es la norma.

Y aunque parezca algo trivial, en realidad para nada lo es. El uso de esta prenda condiciona nuestro movimiento, actividades y hasta la postura de manera determinante. Y no, no se trata de satanizar el uso de las faldas, pero sí de visibilizar que su imposición, especialmente en la edad de formación más importante para las personas, resulta una clara desigualdad para el desarrollo de las mujeres.

Usar falda te impone una serie de condiciones logísticas que los hombres no enfrentan en los ámbitos escolares.

Para empezar, no puedes moverte de la misma manera que si llevas pantalón. Debes tener en todo momento consideración de tu postura y la posición de la prenda, lo que implica una carga mental que distrae a las mujeres de verdaderamente concentrarse en su educación y desarrollo en todo momento.

También, la falda limita nuestros movimientos. Cosas tan sencillas como sentarse o agacharse se tornan en un proceso engorroso y de pocas opciones. Subir al transporte público con mi mochila que pesaba media tonelada y en falda también era toda una travesía.

Las faldas nos restringen de participar en actividades físicas a la par de los hombres en la hora del recreo y nos segregan a las áreas no ocupadas para los juegos deportivos, mismas que en la mayoría de los casos ocupan casi la totalidad patios escolares -otro asunto que también es necesario revisar para generar comunidades escolares más inclusivas (https://bit.ly/3G4LhyL).

En mi experiencia, mis padres siempre me apoyaron que sin importar nada. Si quería salir corriendo para jugar básquetbol, fútbol o pelota pateada en falda, yo tenía su respaldo. Y lo hice. El recreo o la hora de la salida significaba para mí integrarme en algún equipo de los que estuviese jugando en su momento y correr hasta cansarme. Sin embargo, como lo señalé, esa falda siempre me limitó. No podía correr con la misma libertad. No podía driblar, barrerme o saltar de la forma en que yo quería intentar porque la falda era un impedimento.

Para otras personas, era mal visto que corriera con mis amigos por el patio escolar en falda. Al saberme respaldada por mis padres, eso jamás me importó, pero no era el caso de todas mis compañeras. Para la gran mayoría de ellas, las faldas las colocó en una posición en que correr o jugar con ellas no era ni siquiera opción. ¿Qué sería de nosotras si pudiéramos sentirnos a la par de los hombres y con la misma libertad desde esas tempranas edades?

La escuela es uno de los primeros centros de socialización y por ello, como sociedad, deberíamos poner mayor importancia en las reglas de convivencia que se van forjando desde ahí. Las normas comunitarias se van trazando en los patios de juegos y aulas para impactar el presente y futuro de las comunidades en su conjunto.

En mis tiempos, ni se cuestionaba la posibilidad de poder usar pantalones como uniforme escolar siendo mujer. Carecíamos de una plataforma de derechos que posibilitara que, en el imaginario de las niñas y adolescentes, en vez de tener que hacer veinte trucos y maromas para poder adaptarnos a hacer actividades con la dichosa falda, exigir un trato igual para los hombres.

Ese esfuerzo de adaptación nos pone en desventaja y manda un claro mensaje de que debemos hacer un esfuerzo extra para poder acceder a los mismos espacios porque para empezar nosotras no pertenecemos a ellos.

Sin embargo, hoy con el avance de la agenda de derechos humanos debemos pugnar que, como en Ciudad de México, la Secretaría de Educación Pública impulse el uniforme neutro a nivel nacional y que quien use falda sea por elección y no por imposición.

@GalateaSwanson