300 años
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Pegatinas Reivindicativas

300 años

 


Eso. Trescientos años. Tres siglos son los que hacen falta para que las mujeres tengamos igualdad en el mundo. De acuerdo con Naciones Unidas, la brecha por género en lugar de disminuir se ha incrementado. Aunque han existido avances en algunos derechos conquistados por las mujeres que nos precedieron y las que hoy luchan, también hay importantes retrocesos.

Derechos reproductivos, identitarios, de acceso a la educación, tenencia de la tierra e igualdad de circunstancias en el trabajo han sufrido mellas sustantivas a nivel global en los años recientes. La pandemia nos afectó de manera diferenciada y más severa, desde la posibilidad de mantener nuestros empleos hasta la violencia en el hogar que persiste como uno de los indicadores más importantes de que la lucha sigue siendo por la vida y la libertad de las mujeres en la esfera pública y privada.

Y si bien corresponde a los gobiernos la principal responsabilidad de impulsar acciones para que las mujeres podamos cada vez más acercarnos a la igualdad, iniciando por la eliminación de todas las formas de violencia en nuestra contra, el resto de la sociedad no debe de ser omisa en el papel que le compete.

El pasado 08 de marzo, las mujeres en Oaxaca marchamos por miles para exigir un cambio de fondo en nuestras condiciones cotidianas en las que padecemos diversas violencias y actos de discriminación que limitan nuestro pleno desarrollo, el uso del espacio público y libertades. Cada vez somos más, y cada vez mujeres más jóvenes, las mujeres que nos unimos al contingente para demandar un cambio social de fondo.

Es de aplaudir el relevo generacional que se experimenta en los movimientos feministas en México, y Oaxaca no es la excepción. Apenas el viernes, las estudiantes de escuelas de nivel medio superior denunciaban actos de acoso y abuso diario que las alumnas de esas instituciones padecen dentro de los espacios de enseñanza en los que se supone deben estar seguras y existen mecanismos de protección.

Cada vez hay mayor posibilidad para que las mujeres podamos verbalizar y visibilizar las violencias que nos cruzan día tras día y que se encuentran completamente normalizadas.

En la familia, a nivel comunitario, en los centros de trabajo, cuidado y aprendizaje, en cada rincón se reproducen prácticas que condicionan nuestra libertad y que, en muchas ocasiones, constituyen violencia.

A pesar del daño que implican estas prácticas, al constituir una conducta generalizada, es asumida como aceptable e incluso deseada. Por tanto, cuando las luchas por la eliminación de la violencia y control de las mujeres comienzan a hacer ver que tales prácticas constituyen medios de dominación y agresión, hay una respuesta de resistencia en las que el cambio, incluso para mejorar, es un peligro para los modos de vida predominantes y es catalogado como una amenaza.

Y es por ello que se organizan movimientos para echar atrás los logros que han costado sangre, sudor y lágrimas a millones de mujeres que nos precedieron. Lo peor, es que lo están logrando y cada vez se abre más la brecha para la igualdad.

Sin embargo, seguiremos marchando. Porque es intolerable pensar que deberemos esperar 300 años para que las mujeres seamos libres. Para que los siglos se conviertan en lustros. Porque nos queremos vivas y porque nos queremos libres.

@GalateaSwanson