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Atrapados

 


El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) dio a conocer el pasado martes el Informe “Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe” (https://bit.ly/3dgsqCs).
Los hallazgos de la evaluación que realiza el UNDP sobre el desarrollo humano en la región nos presenta datos sombríos que corroboran que las condiciones de desigualdad y vulnerabilidad que han prevalecido en los países latinoamericanos no hicieron otra cosa más que profundizarse y que a partir de la crisis sanitaria, los modestos avances en la materia -se prevé- desvanecerán.
La publicación de la agencia de Naciones Unidas se centra en analizar los elementos que perpetúan las condiciones adversas para la gran mayoría de la población de nuestra región, estableciendo que es una combinación de tres factores que constituyen una trampa que impide un cambio verdadero: concentración del poder, violencia (en todas sus formas, política, criminal y social) y elementos del diseño de políticas públicas con efectos indeseables e inesperados (marcos regulatorios de los mercados laborales que introducen distorsiones a la economía).
El informe desmenuza cómo las percepciones de desigualdad y su legitimación, el ejercicio del poder, la concentración de la riqueza, la desigualdad (en sus diversas dimensiones), la rampante violencia (desproporcionada de manera alarmante en la región) y las políticas públicas fiscales y de seguridad social han logrado mantener el estatus quo a través de relaciones de causa-resultado que constituyen un círculo vicioso.
Más que transferencias monetarias. Más que promesas de crecimiento. Más allá del despliegue indiscriminado del uso de la fuerza. Más allá de “políticas fragmentadas, con perspectiva de corto plazo, que en algunos casos profundizan las distorsiones existentes”.
Lo que realmente requerimos para acabar con la inmoral concentración de la riqueza a costa de las mayorías (México, 10 por ciento de la población captó el 59 por ciento de los ingresos generados en el país entre 2000 y 2019 [https://bit.ly/3vSWEC1]), es el establecimiento de reformas fiscales que sean verdaderamente redistributivas y, posteriormente, una ampliación de la base fiscal.
Para dar una verdadera batalla a la violencia en todas sus expresiones, es necesario combatir la desigualdad como causa y resultado de la misma.
Y, con el fin brindar condiciones de seguridad y dignidad mínima a las personas, el ejercicio de los recursos con transparencia para fortalecer las instituciones del Estado en materia de salud, educación y vivienda, resulta crucial.
Sin embargo, estas acciones implican un alto coste político y el rompimiento de vínculos entre las clases políticas y las élites económicas, una de las razones por las que aún no hemos podido atestiguar tales cambios.
Para salir de la trampa, se requiere de verdadero compromiso. En tanto las y los tomadores de decisiones se nieguen a asumir los costos que transformar nuestra región implica, seguiremos atrapados.
@GalateaSwanson